Lucas, en su Evangelio, en el capítulo 24 del versículo 1 al 7 dice:
El primer día de la semana, al amanecer, las mujeres fueron al sepulcro con los perfumes que habían preparado.2 Al llegar, se encontraron con que la piedra que cerraba el sepulcro había sido removida. 3 Entraron, pero no encontraron el cuerpo de Jesús, el Señor. 4 Estaban aún desconcertadas ante el caso, cuando se les presentaron dos hombres vestidos con ropas resplandecientes 5 que, al ver cómo las mujeres se postraban rostro en tierra llenas de miedo, les dijeron:
— ¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? 6 No está aquí; ha resucitado. Recordad que él os habló de esto cuando aún estaba en Galilea. 7 Ya os dijo entonces que el Hijo del hombre tenía que ser entregado en manos de pecadores y que iban a crucificarlo, pero que resucitaría al tercer día.
Vemos aquí lo que comúnmente se ve como el culmen de una semana conocida popularmente como la Semana Santa. Para muchos, el Domingo de Resurrección pareciera el final de una historia, pero el tiempo pascual realmente habla de que es el inicio de un tiempo importante para la historia de la humanidad y la historia personal. Para el creyente, la alegría de la Resurrección de Jesús no se resume a un solo día, sino que se extiende en un período de cincuenta días conocido como el tiempo pascual, y luego a una vida de conocerlo. Pero ¿qué es exactamente este tiempo y cómo podemos vivirlo en su máxima expresión, anclados en las verdades bíblicas?
La Resurrección ciertamente es el corazón del tiempo pascual; en su esencia, es la celebración prolongada y jubilosa de la Resurrección de Jesucristo. No es un mero recuerdo de un evento pasado, sino la proclamación de una verdad presente y transformadora: ¡Jesús está vivo! Desde el Domingo de Resurrección hasta Pentecostés, Su Iglesia, con un corazón lleno de gratitud y esperanza, medita en las implicaciones de la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte.
La Biblia y muchos historiadores son inequívocos en el testimonio de la Resurrección. Los evangelios nos relatan las apariciones de Jesús a sus discípulos (Mateo 28, Marcos 16, Lucas 24, Juan 20-21), demostrando que no era un fantasma, sino el mismo Cristo resucitado, con un cuerpo glorificado. Hechos de los Apóstoles comienza con la narración de los cuarenta días en que Jesús se apareció a sus discípulos después de su resurrección, enseñándoles acerca del Reino de Dios (Hechos 1:3). Algunos historiadores que confirman la Resurrección son Flavio Joséfo, Cornelio Tácito y Gayo Suetonio.
La Resurrección es el fundamento de nuestra fe cristiana. Como Pablo argumenta en 1 Corintios 15:17-19:
Y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados. Entonces también los que durmieron en Cristo perecieron. Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres.
La Resurrección valida la identidad de Jesús como Hijo de Dios y confirma el poder redentor de su sacrificio en la cruz. Sin la Resurrección, el cristianismo carecería de sentido y poder.
Sabiendo entonces que claramente este período es para celebrar la Resurrección, les dejo algunas características de este tiempo pascual:
-Alegría desbordante: La victoria de Cristo sobre la muerte es motivo de una alegría profunda e inextinguible. Los discípulos pasaron de la tristeza y el temor a una gozosa certeza. Este gozo no es superficial, sino que brota de la convicción de que Cristo ha vencido y nos ha dado acceso a una nueva vida. Los salmos, a menudo leídos en este tiempo, resuenan con esta alegría, como el Salmo 118:24: «Este es el día que hizo Jehová; nos gozaremos y alegraremos en él».
-Nueva creación y vida nueva: La Resurrección de Jesús marca el inicio de la nueva creación. En Cristo, somos nuevas criaturas (2 Corintios 5:17). El tiempo pascual nos invita a reflexionar sobre esta nueva vida que hemos recibido por medio de la fe en Jesús. Es un tiempo para desechar lo viejo y abrazar la novedad que Él nos ofrece, viviendo de acuerdo con los principios del Reino de Dios.
-La promesa del Espíritu Santo: El tiempo pascual culmina con la venida del Espíritu Santo en Pentecostés. Jesús mismo prometió el Consolador a sus discípulos (Juan 14:16-17, Juan 16:7). Durante los cuarenta días posteriores a su resurrección, instruyó a sus apóstoles a permanecer en Jerusalén para recibir el poder del Espíritu Santo (Hechos 1:4-8). Este es un tiempo para anhelar y abrirse a la obra transformadora del Espíritu en nuestras vidas, capacitándonos para ser testigos de Cristo en el mundo.
-Crecimiento en el conocimiento de Cristo resucitado: Durante este tiempo, los Evangelios nos relatan las diversas apariciones de Jesús a sus discípulos, quienes pasaron de la incredulidad a la fe robusta. Este es un período para profundizar en nuestro conocimiento de Cristo resucitado, meditando en sus palabras y acciones después de su resurrección. Cada aparición revela un aspecto de su gloria y de la nueva relación que Él establece con sus seguidores.
-Envío y misión: El tiempo pascual no es solo un tiempo de celebración personal, sino también de recordatorio de nuestra misión. Jesús, antes de su ascensión, dio la Gran Comisión a sus discípulos (Mateo 28:18-20, Marcos 16:15-18). La victoria de Cristo nos impulsa a compartir las buenas nuevas del Evangelio a todas las naciones. La alegría de la Resurrección se desborda en el deseo de que otros también conozcan a Cristo.
Ahora, cómo vivir este tiempo pascual es la pregunta más importante. Vivir el tiempo pascual no es una tarea pasiva, sino una invitación a una participación activa y consciente. Y quisiera sugerirles algunas formas prácticas de hacerlo:
-Profundiza en la Palabra de Dios: Dedica tiempo a leer y meditar en los pasajes bíblicos que narran la Resurrección y las apariciones de Jesús. Sumérgete en los evangelios y en Hechos de los Apóstoles para comprender la magnitud de lo que Cristo ha logrado y lo que significa para tu vida.
-Celebra con alegria y gratitud: La gratitud es una respuesta necesaria a la bondad de Dios. Expresa tu alegría por la Resurrección a través de la alabanza, la adoración y la oración. Permite que esta alegría impregne todos los aspectos de tu vida, que prepare el espacio para que Su Espíritu Santo more continuamente y provea camino para los milagros que tanto esperan quienes nos rodean.
-Busca la guianza del Espíritu Santo: Reconoce que el Espíritu Santo es el don prometido por Jesús. Ora para que el Espíritu te llene, te guíe en toda verdad y te capacite para vivir una vida que honre a Cristo.
-Vive una vida de novedad y santidad: El tiempo pascual nos desafía a vivir de acuerdo con la nueva vida que hemos recibido en Cristo. Examina tu corazón, arrepiéntete de tus pecados y busca crecer en santidad, reflejando el carácter de Jesús en tus pensamientos, palabras y acciones. Quizá llegaste a la Semana Santa con una vida hecha pedazos, pero la celebración de la resurrección de Cristo nos da nuevas oportunidades.
-Comparte el Evangelio: La alegría de la Resurrección no puede ser contenida. Busca oportunidades para compartir la esperanza y la buena nueva de Cristo resucitado con aquellos que te rodean. Tu testimonio personal, impulsado por el Espíritu, puede ser una poderosa herramienta de Dios.
-Participa en la comunidad de fe: La Iglesia es el cuerpo de Cristo, y la celebración de la Resurrección se vive mejor en comunidad. Participa activamente en los servicios de tu iglesia, comparte la comunión con otros creyentes y fortalece los lazos de hermandad.
El tiempo pascual es un regalo inestimable, una temporada para recordar la victoria de Cristo y sus profundas implicaciones para nuestras vidas. No es un simple interludio entre la Semana Santa y la «normalidad», sino un tiempo de gracia abundante, de gozo desbordante y de profunda transformación. Que durante estos cincuenta días, nuestra fe se fortalezca, nuestra esperanza se renueve y nuestro amor por el Cristo resucitado crezca sin medida, impulsándonos a vivir plenamente la vida que Él nos ha dado.