El león, la bruja y el hombre que escribió sobre ellos: C. S. Lewis

por | Blog Fe y Libertad

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En mis estantes todavía hay libros para niños. Algunos solo fueron leídos una vez y otros tienen los lomos rotos por tanto amor. Sin embargo, cada uno de ellos aguarda el día que lo vuelvan a leer, porque saben que eso pasará. Después de todo, C. S. Lewis tenía razón al decir que «algún día serás lo bastante mayor para volver a leer cuentos de hadas». Y justamente son los libros de este autor los que me observan mientras escribo estas palabras. Clive Staples Lewis ha sido parte de mi vida, tanto en mi infancia como en la juventud, al igual que lo ha sido para tantos otros. Sus libros, al fin y al cabo, no solo te llevan a otros mundos, sino que te permiten reflexionar sobre el propio.

Lewis vio la luz por primera vez a finales de noviembre, en 1898, en la capital de Irlanda del Norte. Su infancia, junto a su hermano Warnie, comenzó rodeada por libros. Estos se convirtieron en sus fieles amigos, especialmente aquellos escritos por Beatrix Potter. Así pues, esos animales antropomórficos saltaban de las páginas y los acompañaban en sus aventuras. No obstante, la tristeza estaba cerca. En 1908, su madre Florence murió, y su padre Albert lo envió a estudiar y vivir lejos. Pero, por problemas respiratorios, lo trasladaron a un pueblo llamado Malvern, en Worcestershire, en donde continuó sus estudios. 

Allá por 1917, su vida daría un giro al obtener una beca en la University College, Oxford. Pero su carrera se detendría por la Primera Guerra Mundial. Lewis formaría parte del tercer batallón de Infantería Ligera de Somerset del Ejército Británico, como segundo teniente. Luego fue trasladado al primer batallón, siendo enviado a Francia. Ahí, justamente en su cumpleaños, experimentó por primera vez el horror de la guerra de trincheras. La muerte no solo estaba a su alrededor, sino que se llevó a dos de sus amigos. Cuando fue herido, lo enviaron a Inglaterra. Su experiencia causó un fuerte pesimismo ante la vida y sentó la base de su ateísmo. 

Cuando estaba en el hospital, su padre no lo visitó. En cambio, quien sí lo hizo fue Janie Moore, madre del cadete Paddy. Lewis y su amigo habían hecho un pacto en donde establecían que, si uno de ellos moría, el otro debería cuidar de la familia del fallecido. Y Paddy murió. A pesar de la pérdida de Paddy y la distancia de su padre, Lewis ganó una segunda madre. 

Y la vida le tenía preparada otra sorpresa. En 1926, en una reunión, conoció a John Ronald Reuel Tolkien, autor de El señor de los anillos. Sin embargo, no comenzaron bien. En All My Road Before Me, Lewis dice que Tolkien era decente, pero solo necesitaba una bofetada o algo parecido. A pesar de ello, el destino parecía insistir en cruzar sus caminos. Ambos hombres amaban leer y discutir sobre mitología, filosofía y literatura. Así, su amistad se profundizó y empezaron a compartir sus escritos, brindando mutua crítica y alabanza. El paso de los años y los libros compartidos cambiaron todo: ahora Tolkien era un hilo importante en el tejido de su vida. Esta amistad sería clave para su existencia.

Lewis, en Los cuatro amores, escribe que «la amistad es innecesaria, como la filosofía, como el arte (…). No tiene valor de supervivencia; más bien es una de esas cosas que le dan valor a la supervivencia». La amistad, por lo tanto, es lo que le da razón al vivir. Y es esa misma amistad que tiene con Tolkien lo que lo lleva a un camino diferente. Varias discusiones en salones, caminando por el campo o al calor de una chimenea, como también la lectura de El hombre eterno de G. K. Chesterton, lo llevaron de nuevo al cristianismo. En Cautivado por la alegría, Lewis describe ese momento: «Cedí, admití que Dios era Dios, me arrodillé y recé: quizá aquella noche fui el converso más abatido y renuente de toda Inglaterra».

Cuando la Segunda Guerra Mundial comenzó, Lewis tenía cuarenta años. Intentó servir nuevamente, pero su petición fue negada. Así pues, los Lewis recibieron a niños cuando evacuaron la ciudad de Londres por los bombardeos. Eran tres pequeñas: Margaret, Mary y Katherine. Este evento les daría forma a los hermanos Pevensie y sus aventuras al adentrarse en un armario y descubrir el mundo de Narnia. Este libro, El león, la bruja y el ropero, sería publicado por primera vez el 16 de octubre de 1950.

En 1954, aceptó la cátedra de literatura medieval y renacentista en Magdalen College. Años después, en 1956, contrajo matrimonio con Joy Gresham, con quien había mantenido una relación por correspondencia. Pero enviudó en menos de cinco años, pues Joy falleció en 1960. Al año siguiente, la nefritis recurrente que sufría se transformó en sepsis. Hubo un momento en el que parecía que finalmente se había recuperado, pero el 15 de julio de 1963, sufrió un ataque al corazón. Aunque sobrevivió, también se le diagnosticó un fallo de riñón, siendo esta la principal causa de su muerte el 22 de noviembre.

A lo largo de su vida, C. S. Lewis transformó sus ideas en palabras. Creó mundos como el de Las crónicas de Narnia, pero también viajó al espacio con la Trilogía cósmica. Analizó la literatura y la poesía, dejándonos pistas a los estudiantes de Letras, con La imagen del mundo y también English Literature in the Sixteenth Century. Además, trasladó su visión de la realidad y la fe con El problema del dolor, Dios en el banquillo y Los milagros. Al final, Lewis vivió y creyó lo que escribió pasara lo que pasara. Después de todo, como él dijo en La silla de plata, «estoy del lado de Aslan en ese mundo, aunque no exista un Aslan que lo gobierne. Voy a vivir lo más como narniano que pueda aunque no haya ninguna Narnia».

Alejandra Osorio

🇬🇹 Guatemala

Nacida en Guatemala en 1993, se dedica al ámbito de la literatura, la corrección de textos y la docencia. Se graduó como licenciada en Comunicación y Letras en la Universidad del Valle. Además, obtuvo un máster en Estudios Avanzados en Literatura Española e Hispanoamericana en la Universitat de Barcelona y una maestría en Lingüística en la Universidad Francisco Marroquín. Actualmente, trabaja como catedrática universitaria, editora y autora de textos educativos y literarios. Ha publicado cuentos y novelas, y algunas de sus obras de teatro se han puesto en escena en Guatemala y Estados Unidos. Entre sus publicaciones se encuentran El libro de todos los miedos y unos cuantos más (2018), La admirable y perfecta señorita Clara (2019), Jengo el malo (2016) y más.

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