La empresa más importante del mundo

por | Blog Fe y Libertad

May 24, 2023

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 Si hay algo trascendente, con la capacidad de combatir los problemas sociales y de sostener y transformar la sociedad, es la familia: y la mujer es uno de sus pilares fundamentales. Pero, para comprender la importancia de la conciliación familia-trabajo, preguntémonos: ¿es distinta al hombre?, ¿es sustituible?, ¿importa más o menos en la sociedad y en la familia?, ¿importa la familia en la sociedad?

Las diferencias entre hombre y mujer son buenas para la familia y la sociedad

Hace muchos años vi por primera vez un video que, de forma cómica, mostraba cómo la mujer tiene dificultades para conseguir desprenderse del hogar cuando está trabajando fuera de casa, y el hombre no, significativamente; me provocó una sonrisa porque me identifiqué de inmediato. Años después leí las razones científicas de ello en un libro de Natalia López Moratalla, titulado Cerebro de mujer y cerebro de varón, ¡y me pareció fascinante!

Somos distintos cromosómica, anatómica, fisiológica, hormonal y psíquicamente. Tenemos dos modos humanos diferentes en ser, en percibir la realidad, en relacionarnos con los demás, en razonar, en hacer, en gestionar las emociones, en sentir, etc. Hacemos aportes diferentes a la familia y a la sociedad, ¡y eso es bueno!

¿Y estas diferencias se notan en la sociedad? Es de todos sabido que en los últimos años la mujer ha salido en mayor proporción a la actividad económica, al ambiente público —remunerada, o sin remuneración, o como emprendedora—, y el hombre está más presente ahora en el ambiente familiar. 

La mujer no es sustituible en la familia

Con mucha frecuencia recibimos mensajes en los medios de entretenimiento, redes sociales, en la academia, etc., contrarios a la labor que desde la familia la mujer está llamada a hacer. Una mujer puede realizarse plenamente también en la dedicación total a su hogar y familia; el trabajo dentro de casa no es de segunda clase. Como mujer, que he tenido la oportunidad de dedicarme completamente al hogar cuando mis hijos han sido muy pequeños, me ofende cuando alguien afirma que una mujer está «desperdiciada» o «no se puede realizar» dentro de casa, porque es falso. Nos han hecho creer eso, pero no es así. 

La laboriosidad es una virtud que también viven quienes no ganan dinero por ello, y no es más laboriosa la que lo hace fuera, o lo hace dentro y fuera, o quien lo realiza dentro de casa. Más que ser «exitosa», la lucha debería enfocarse en ser «virtuosa». 

He trabajado una importante cantidad de tiempo de mi vida familiar de forma remunerada, y eso no ha implicado que el nivel de realización sea mayor. Sin embargo, es verdad que, por nuestra misma naturaleza, las mujeres nos exigimos en todo y esto puede causar muchísima presión autoimpuesta de ser eficiente y eficaz en el 100% de lo que hacemos. Debemos comprender que no somos perfectas sino perfectibles, y que elegir es siempre renunciar a algo; por ello cabe «renunciar» a la perfección, ya que hay que saber que, a veces, por conseguir hacer de 100 una materia, reprobamos en todas las demás.

El aporte de la mujer 

La influencia de la mujer en el mercado laboral ha contribuido a implantar un modelo de empresa más humano. Por sus características, aporta una ventaja diferencial en el desempeño de sus funciones en el trabajo fuera de casa. La mujer es comunicativa, tiene un interés prioritario por las personas, es intuitiva, relaciona más toda la información de que dispone consiguiendo así una visión global, tiene una visión periférica y no tiene compartimentos. Puede, por tanto, influir decisiva y fuertemente al perfil de una empresa «familiarmente responsable», porque el principio activo de la sociedad y de las empresas son las personas.

San Josemaría afirmaba que la mujer está llamada «a llevar a la familia, a la sociedad civil, a la Iglesia, algo característico, que le es propio y que sólo ella puede dar: su delicada ternura, su generosidad incansable, su amor por lo concreto, su agudeza de ingenio, su capacidad de intuición…», y tenía razón. 

Integrar familia y trabajo

Aunque anteriormente se hablaba del llamado esencial a «saber conciliar»; últimamente se está usando el término «integrar», que sustancialmente busca lo mismo. Integrar familia y trabajo significa esforzarse por un desarrollo armónico de la persona donde pueda hacerse cargo de sus responsabilidades familiares y laborales sin que un ámbito se vea sacrificado por el otro

No solamente es que es posible la conciliación o integración, sino que es necesario porque lo ideal —que no es lo irreal sino lo mejor— es una familia cuyos cimientos, los padres de familia, sean sólidos. Además, se vuelve necesario porque la formación de los hijos es una labor artesanal que requiere tiempo de calidad y de cantidad; y nada, nada, ningún éxito profesional, vale el fracaso en la empresa más grande que tenemos entre manos: nuestra familia.

La familia importa

Nuestra Constitución reconoce a la familia como germen de la sociedad, la que se funde sobre la base del matrimonio. Nuestra legislación conceptualiza el matrimonio como una institución social, no como un contrato. Esto es importante comprenderlo porque la base de la sociedad es el matrimonio, no la familia.

La evidencia, y los estudios que la respaldan, muestran que distintas estructuras familiares tienen diversos efectos en la sociedad; contribuyen de manera diferente a la promoción y protección de los derechos humanos, al desarrollo, a la justicia y la paz.  Una familia intacta, con pareja casada e hijos biológicos comunes, cumple con funciones sociales estratégicas; contribuye de mejor manera al bienestar de adultos y niños, y disminuye el riesgo de problemas sociales. 

Debemos trabajar por lograr ese servicio público por excelencia; se requiere esa conciliación que favorezca el desarrollo personal, sí, pero sobre todo el de la familia y la sociedad, no para brillar personalmente, sino para servir más y mejor; servir para servir.

 

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