En memoria de Joseph Keckeissen (1925-2011)

por | Blog Fe y Libertad

Ene 31, 2017

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El presente artículo es una adaptación del original en inglés publicado (https://goo.gl/IOhhZM) por la Society of Catholic Social Scientist, de Estados Unidos, en su revista oficial The Catholic Social Science Review en su número 16 del año 2011 (páginas 369 a 371).

Juan José Ramírez Ochoa, M. A., ha sido profesor en la Universidad Francisco Marroquín y fue asistente en la cátedra junto al profesor Keckeissen durante sus últimos años activos.

La defensa y la promoción de la libertad requiere de lo mejor de nuestro carácter: coraje, sabiduría y claridad en nuestras metas. El 3 de abril de 2011, uno de los mejores defensores de la libertad, el profesor Joseph Keckeissen, fue llamado a la presencia de Dios, después de haber llevado una intensa vida académica y religiosa en Guatemala. Tenía 86 años.

Joseph Keckeissen nació un 14 de enero de 1925 en Brooklyn, Nueva York; sus padres fueron George W. Keckeissen y Rita McNally. Fue un hombre de amplios horizontes y una variada experiencia de vida, como podemos apreciar al dar una mirada a algunos extractos de su repertorio vital: fue teniente coronel de la Reserva de los Estados Unidos de América, especialista contable y de gestión de datos en la Esso Standard Oil Company, hermano de la Orden Salesiana de Don Bosco y profesor de economía en la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Debemos agregar a la lista, las múltiples membresías en asociaciones internacionales orientadas al estudio tanto de la economía como de la doctrina social de la Iglesia católica.

Durante su vida académica recibió varios reconocimientos. Algunos de ellos fueron: beca von Mises en Economía Política (Instituto Ludwig Von Mises, Estados Unidos de América, 1966-1968), membresía de la fraternidad profesional Alpha Kappa Psi (Estados Unidos de América, 1976), doctorado honoris causa en Ciencias Sociales (UFM, Guatemala, 1989), premio Kent-Aronoff al servicio profesional (APEE,  Estados Unidos de América, 2007), profesor emérito (ISEADE, El Salvador, 2008), entre muchos otros más.

Joseph fue un experto en el método praxeológico (tal como fue propuesto por Ludwig von Mises) y la teoría económica de la escuela austríaca. Es más, él fue uno de los participantes en el seminario económico dirigido personalmente por Von Mises en la Universidad de Nueva York  y su disertación doctoral, titulada «The Meanings of Economic  Law» (1) (1976),  fue desarrollada bajo la tutoría de Israel Kirzner. Sin olvidar su erudición en la ciencia económica, es de recordar que hubo una vena académica adicional que le interesó a lo largo de su vida: un apasionado estudio de la doctrina social de la Iglesia. En esta última línea, no cabe la menor duda acerca de la fértil influencia que tuvieron sus años de formación en el Don Bosco College (donde obtuvo un grado de B. A. en Filosofía) en Newton, New Jersey, como un complemento a su formación posterior en economía por la Universidad de Nueva York.

Como podemos apreciar al dar una mirada a los hechos más destacados de su vida,  Joseph siempre tuvo una agenda bastante apretada lo cual, lógicamente, deja la cuestionante a sus estudiantes y colegas sobre cómo encontró el tiempo suficiente para escribir exhaustivamente sobre tópicos económicos y éticos. En el portal de la UFM se puede encontrar una referencia completa y detallada a cada uno de los documentos que escribió y preparó durante su vida académica, todos ellos publicados en Guatemala y en el exterior. En el presente artículo solamente podemos mencionar algunas de sus múltiples contribuciones: «Las causas de la pobreza en el tercer mundo»,  «El trabajo en las encíclicas sociales», «¿Qué diría Mises?», «¿Por qué la crisis no ha terminado?» y, por supuesto, sus trabajos más tardíos sobre la relación entre la teoría de libre mercado y la doctrina social: «Una crítica a la metafísica misesiana» y «Subsidiaridad».

Joseph poseía un conocimiento amplio y erudito de la economía y una muy desarrollada, y poco usual,  sensibilidad hacia las implicaciones éticas de la teoría económica. A todos aquellos que se encontraban con él les impresionaba las vigorosas, interesantes y claras explicaciones sobres los terrenos comunes que podían ser establecidos entre la ética y la economía. El primer argumento a favor de estos terrenos comunes se basaba, precisamente, en la alta importancia de la libertad para ambos sistemas. La libertad –recordando uno de sus pensamientos– es un requisito indispensable para lograr una sociedad próspera y virtuosa.

Pasando a un tono más personal, tuve el privilegio y el honor de ser su asistente durante los últimos siete años activos de su vida académica. Me animo a agregar unas pocas palabras personales porque tengo la certeza que, por medio de las mismas, no serán expresadas tan solo mis memorias sino también las memorias y los sentimientos de muchos otros que tuvieron el placer de llamar amigo a Joseph. Espero que por medio de esta imagen más cercana pueda expresar el impacto que un ejemplo moral, –como el profesor lo fue para mí–, puede tener en otras personas, especialmente en aquellos que se encuentran impacientes por ver un mundo mejor. 

La primera lección que recibí de él fue su modestia, ¡viniendo esta de una persona con tan impresionante trayectoria profesional y de vida! Siempre tuve la sensación, al hablar con él, de estar conversando con un amigo en lugar de un profesor. También,  él era sumamente educado y paciente con todos, especialmente cuando explicaba qué significaba la libertad y por qué el libre mercado era el sendero más efectivo y benéfico para los países que, como Guatemala, se encontraban en la búsqueda de una mejor calidad de vida. La inmensa amistad, modestia y cortesía que el profesor nos mostró,  creaba un ambiente increíblemente placentero acerca del trabajo académico y,  todavía más, una pasión ilimitada para estudiar más y obtener un entendimiento más profundo de los principios de una sociedad abierta.

La segunda lección de mi mentor fue la actitud no negociable que mostró con relación a sus propios principios. Aún hoy, no puedo equiparar a ninguna persona que compita con su compromiso inamovible para con los principios en los que creyó, que promovió  y que tanto luchó a lo largo de su vida entera. Una vez más, fue por medio de su ejemplo diario del cual tanto disfrutamos en la universidad que él, de manera inadvertida, nos enseñó sobre la importancia crucial de la libertad de acción, fundamentada en un conjunto de reglas y valores fundamentales, combinado con un matiz poco usual de sabiduría teológica presente en cada ocasión que él hablaba sobre economía.  Hoy, comprendo que él nos preparaba para ir más allá del campo de la pura economía. Él nos estaba enseñando a ser líderes, nos ayudó a todos a convertirnos en hombres y mujeres interesados en alcanzar lo bueno, lo noble y lo sublime.

La tercera lección, y quizá la más significativa para mí, fue su programa académico para explorar las ideas acerca de la prosperidad y el bienestar humano por medio de una visión más amplia de la vida humana. Sucedió en aquel tiempo que, además de sus obligaciones académicas en la universidad, Joseph viajó de manera extensa, para alguien de su edad, con el propósito de presentar su programa. Fui lo suficientemente afortunado como para ser testigo de este periodo dorado, como me gusta llamar a esos años durante los cuales Joseph dio conferencias y dirigió paneles de discusión en varias conferencias internacionales. Su última conferencia estuvo enfocada principalmente en la exploración de consistencias evidentes entre la doctrina social  y la economía de libre mercado. Todavía recuerdo el título de aquella presentación, «Morality and Economics: Allies not Enemies», en la cual condensaba diversas citas provenientes de los documentos pontificios y de la economía de Ludwig von Mises.  Explicó  brillantemente, una por una, las perspectivas comunes de ambos paradigmas, incluyendo a la justicia, la dignidad humana, el bien común, la cooperación social, el gobierno limitado, la propiedad privada, el mercado libre y competitivo, los salarios, la empresarialidad y la paz. La exploración de estas coincidencias permanece como una invitación abierta a todo aquel que desee continuar su legado.

Joseph tenía previsto estar presente en la 2010 Annual Convention de la Society of Catholic Social Scientists, pero Dios tuvo otros planes para él, y motivos de salud le impidieron asistir. Sin embargo, puedo decirles que, desde la posición de un modesto asistente a quien él inspiró, que soy uno de los muchos, muchos, afortunados a quien él alentó a descubrir no solamente el deleite de la investigación científica en la economía, sino también inspiró una renovada confianza en la bondad de la gente.

El mundo necesita urgentemente más personas como él. Ojalá  y otros continúen el camino pionero que él dejó abierto en Latinoamérica y en otras latitudes. Descanse en paz, doctor Joseph Keckeissen.

Nota

1. De la disertación doctoral de Keckeissen existe ya una traducción auspiciada por la Universidad Francisco Marroquín y realizada de manera excelente por el profesor Joseph H. Cole quien dejó el título en castellano como «¿Qué  Significan Las Leyes Económicas? (UFM Ediciones, 2014).  La misma se puede adquirir en la librería de UFM.

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