Comentario al libro «Doux commerce? Reflexiones sobre la despolitización economicista liberal» de Alejandra Martínez Cánchica

por | Blog Fe y Libertad

Tiempo de lectura: 8 minutos

En su reciente libro Doux commerce? Reflexiones sobre la despolitización economicista liberal, Alejandra Martínez Cánchica aborda una crítica a los pensamientos y pensadores liberales que, atribuyendo centralidad a lo económico, descuidan lo político, resultando en visiones no solo alejadas de la realidad, sino que abandonan la práctica política en manos de corrientes iliberales o antiliberales: «El fracaso del liberalismo es haberse convertido en un credo moralista y apolítico que propugna la supremacía de los mercados y haber sucumbido presa del libertarianismo o liberismo en cualquiera de sus variantes», concluye la autora. 

Como señala Jerónimo Molina Cano en su comentario al libro, y como expresa la autora en su epílogo, el contexto existencial que origina sus reflexiones es su vivencia personal en el ascenso de la tiranía chavista. 

En otros tiempos y lugares, el fracaso del liberalismo se observa no solo en la conquista del poder por izquierdas iliberales, sino también en los rasgos iliberales y autoritarios abrazados por algunas derechas, que también señaló Alejandra en otro texto proponiendo una taxonomía de la derecha en Iberoamérica

Ya en aquel ensayo, Alejandra adelantaba algo de la crítica que desarrolla en su libro: el economicismo despolitizador «ha dejado de lado principios claves del liberalismo político como la defensa de los derechos individuales, las libertades públicas, el pluralismo, etc., y ha hecho del crecimiento económico su nuevo imperativo moral» (Martínez Cánchica, 2023). 

Alejandra, aunque firme en su valoración positiva de los aportes políticos, culturales, jurídicos y económicos del liberalismo, no duda en articular claras y severas críticas a la despolitización economicista, al libertarianismo y a sus promotores, incluyendo autores que gozan de un aura casi sagrada entre sus adherentes. Tampoco se inhibe de referirse a este economicismo como una teología secular económica o religión de los mercados, aunque en terminología teológica más exacta quizá quepa entenderlo como una forma de idolatría, según advertía san Juan Pablo II Magno en la encíclica Centesimus annus (n. 40).  

Comercio, paz y política

El enfoque sobre ideas como el doux commerce o la paz perpetua, se mueve en las corrientes liberales y libertarias que han desarrollado la despolitización que Alejandra critica. 

En Pax Economica: Left-Wing Visions of a Free Trade World, Marc-William Palen explora la influencia de corrientes como el cobdenismo o liberalismo manchesteriano sobre movimientos liberales radicales, marxistas, socialistas, feministas, abolicionistas y cristianos, que promovían el libre comercio como medio para la paz mundial, frente a los imperialismos, el militarismo y la guerra, que se apoyaban en doctrinas y prácticas de nacionalismo económico, como los muros arancelarios. Sin ignorar matices y tensiones internas, expone movimientos en que la promoción del libre comercio no era despolitizada ni asociada a las derechas políticas. En otras épocas, conservadurismo era defender la esclavitud y oponerse al sufragio femenino.   

La oposición a los nacionalismos económicos cobró impulso con ocasión de las guerras mundiales. Por ejemplo, el plan de Woodrow Wilson para la paz (los Catorce Puntos) llamaba a remover en lo posible toda barrera económica, y a establecer la igualdad de condiciones comerciales entre los países. Tras la Segunda Guerra, diversos esfuerzos se concretaron en la creación del orden internacional comercial y de derechos humanos. Uno de sus principales impulsores fue Cordell Hull, secretario de Estado bajo Franklin D. Roosevelt, que llevaba décadas promoviendo la libertad comercial. 

Es decir, el libre comercio global fue posible, en buena medida, gracias a liberales estatistas o macroárquicos (en la taxonomía de Gambescia que adopta Alejandra), quienes «en lugar de ver el Estado como un ente maligno, más bien lo ponderan como un medio eficaz de imposición de ciertos valores que coadyuvan al bien común» (Martínez Cánchica, 2024). El gabinete y equipo de asesores de Roosevelt incluyeron liberales como Hull, favorables al libre comercio, pero también demócratas alineados con el modelo proteccionista republicano, e izquierdistas que veían con buenos ojos el experimento soviético.  

La despolitización economicista no solo abandona el terreno político a fuerzas iliberales, sino también abre la puerta a abandonar principios del liberalismo político en aras de un crecimiento económico por medios autoritarios, como señala Alejandra en su ensayo citado. En él, pone como ejemplo la dictadura de Pinochet. En el libro, expone la evolución del régimen ruso postsoviético bajo Putin.

Los liberalismos latinoamericanos del siglo XIX también son ejemplos clásicos, incluyendo el segundo liberalismo guatemalteco triunfante en 1871, cuyas herencias aún vivimos. También lo vemos, por ejemplo, en la preocupación contemporánea local por temas de desarrollo económico, mientras se pasan por alto factores como la crisis institucional del poder judicial. 

En síntesis, la libertad económica no siempre va de la mano con un régimen político liberal, ni la libertad económica al interior de un país implica libertad de comercio con nacionales de otros países. Ambas lecciones históricas son de mucha relevancia actual.

Despolitización, ideología y derecho

El libro de Alejandra también me recuerda a Lost In Ideology: Interpreting Modern Political Life, de Jason Blakely, cuyo autor argumenta que las ideologías han dejado de ser mapas, útiles como orientación, para convertirse en sustitutos de la realidad. 

Uno de sus puntos principales es que las ideologías han buscado presentarse como ciencia y sentido común, de manera que «el otro» siempre tiene ideología, mientras que «yo» simplemente me adhiero a verdades con pleno sentido teórico y objetivo. Lo ideológico se emplea en sentido peyorativo, como inherentemente sesgado o falso, cuando no coincide con la propia visión. También resalta que las ideologías no son entes abstractos con contenidos nítidos e inmutables, sino que, como productos históricos y culturales, han tenido y tienen mutaciones, adaptaciones, traslapes, mezclas, etc. 

También esto se observa en los fracasos contemporáneos del liberalismo. En Nicaragua, por ejemplo, la tiranía de orígenes socialistas abrazó discursos cristianos conservadores y se perfiló como un lugar donde se podía hacer negocios. Hoy, las iglesias y los empresarios son solo una categoría más entre tantas víctimas de persecución. Otro ejemplo sería lo que Alejandra, en su taxonomía, llama la «derecha populista-iliberal», activa en Guatemala.

Quizá el deseo de promover o aparentar pureza intelectual sea un factor que contribuye a ese rechazo moralista de la acción política, que critica Alejandra. 

Veo correspondencia entre la despolitización y la aspiración a presentar las opiniones políticas como ciencia, sentido común o verdad irrefutable. A falta de mayor lectura y reflexión sobre el por qué de este fenómeno, diré que quizá se deba al auge cientificista y materialista de la modernidad, preparado por el racionalismo iluminista que, a juicio de Javier Hervada, es ruptura y no evolución del iusnaturalismo antiguo y medieval. 

En lo jurídico, conlleva la aparición de un iusnaturalismo rígido y ahistórico, que pretende enunciar las reglas de la vida social como deducciones lógicas y abstractas a partir de principios de la pura razón, alejado de la sabiduría práctica favorecida por los pensadores griegos y los juristas romanos y del medioevo. 

Hayek, por ejemplo, aunque dice favorecer el descubrimiento jurisprudencial del orden espontáneo, no se separa de sus raíces kantianas que, a criterio de Hervada, proponen un objetivismo jurídico distinguible de ambas tradiciones iusnaturalistas. Kelsen, por su parte, dirá que Kant quiso dotar de universalidad lo que no eran sino la moral tradicional y el derecho positivo de su época.

Como observó Gabriel Zanotti, en autores como Hayek y Mises hay un imperativo categórico kantiano, implícito o escondido, que fundamenta su juico ético de la historia, incluyendo su interpretación de la historia jurídica y política grecolatina y angloestadounidense. Así, Hayek abre el orden espontáneo (articulado a través del derecho judicial) a una crítica externa, afirmando la necesidad de la legislación, entre otros casos, cuando el derecho judicial sea malo o contenga normas inadecuadas. 

¿Serviría la legislación para imponer normas que parezcan mejores frente a órdenes espontáneos cuyo contenido, por ejemplo, no se parezca a la versión preferida de la tradición jurídica angloamericana? ¿O sería una lesión indebida sobre órdenes espontáneos que han perdurado exitosamente a través de mucho tiempo? Estas cuestiones guardan relevancia, por ejemplo, para el debate contemporáneo sobre pluralismo jurídico. 

Quizá Hayek merezca una crítica similar a la que se hiciera a Savigny, quien, a pesar de adscribirse al historicismo, encubre, según algunos, una forma de iusnaturalismo racionalista en que el derecho romano clásico contendría verdades jurídicas a priori, atemporales y universales.  

Si lo anterior apunta hacia la posibilidad de acción política sobre órdenes espontáneos, que Hayek identifica con el derecho privado, con mayor razón cabe decirlo sobre el derecho público, ámbito en que Hayek ubica por excelencia la acción deliberada mediante reglas de organización. En Guatemala tenemos un perfecto ejemplo de esto en el movimiento ProReforma, propuesta de reforma constitucional inspirada en el modelo de constitución planteado por Hayek. Pocas acciones son tan políticas como proponer normas constitucionales. 

Acaso uno de los mayores efectos de la despolitización y de la sustitución de la realidad se observa en el afán de convertir la ley en excusa, en medio para evadir responsabilidad, en herramienta para justificar como incontrovertible lo que, en realidad, es un juicio de valor y una opción hermenéutica a partir de preceptos más o menos bien o mal redactados por legisladores o jueces: «No lo digo yo, lo dice la ley, y quien no esté de acuerdo conmigo no me contradice a mí sino a ¡la sagrada legalidad!».

El derecho, bajo el influjo del iusnaturalismo racionalista, ha sufrido su propia despolitización desde hace siglos, desembocando en el textualismo formalista del que hoy se hace alarde para ofrecer respuestas simplistas a problemas mucho más complejos que, sí, desde luego, implican la política, las ideologías, los juicios de valor, la interpretación y otras cosas que son perfectamente normales en la práctica jurídica y en la vida social, pero que llevamos siglos queriendo pensar que podemos superar mediante argucias que nos eximan de tener que explicar por qué valoramos lo que valoramos, por qué algo nos parece bueno, útil, virtuoso, conveniente o deseable: la despolitización, entonces, es también una forma de pereza intelectual, que sustituye el razonamiento sustancial por falacias de autoridad. 

Conclusión 

El libro de Alejandra es un cuestionamiento muy oportuno de ideas que a veces asumimos cómodamente sin pensar en sus implicaciones y consecuencias, «un abordaje en el que los ideales no se abandonan, sino que se mantienen en diálogo con las complejidades del mundo tal y como es» (Martínez Cánchica, 2024). 

La visión de pax economica, que tras la Segunda Guerra Mundial parecía triunfante en la práctica, pronto se topó con las duras realidades de la Guerra Fría. Lo mismo ocurrió cuando, tras la caída del muro de Berlín, se anunció el fin de la historia, con la democracia liberal y la economía de mercado como modelos definitivos de la humanidad. 

Hoy que vivimos importantes transformaciones de la política internacional y una crisis de las democracias liberales republicanas, reflexiones como la que propone Alejandra parecen aún más necesarias.

Juan Pablo Gramajo Castro

🇬🇹 Guatemala

Abogado y notario, licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales y maestrando en Historia por la UFM, maestro en Propiedad Intelectual y doctorando en Derecho por la USAC. Docente de Filosofía del Derecho y Teorías de la Justicia en la UFM, donde también ha impartido Análisis Económico del Derecho. Sus publicaciones se han enfocado en el derecho constitucional, laboral y civil. Ejerce la profesión como asociado en la firma Mayora & Mayora, donde se especializa en investigación y análisis para todas las áreas de práctica y asesoría en materia laboral.

Derechos de Autor (c) 2022 Instituto Fe y Libertad
Este texto está protegido por una licencia Creative Commons 4.0.
Usted es libre para compartir —copiar y redistribuir el material en cualquier medio o formato — y adaptar el documento —remezclar, transformar y crear a partir del material— para cualquier propósito, incluso para fines comerciales, siempre que cumpla la condición de:
Atribución: Usted debe dar crédito a la obra original de manera adecuada, proporcionar un enlace a la licencia, e indicar si se han realizado cambios. Puede hacerlo en cualquier forma razonable, pero no de forma tal que sugiera que tiene el apoyo del licenciante o lo recibe por el uso que hace de la obra.
Resumen de licenciaTexto completo de la licencia

Open chat
Bienvenido al INSTITUTO FE Y LIBERTAD
¿En qué podemos ayudarle?