El artículo que encuentran a continuación fue escrito por una máquina. Más concretamente, por el programa GPT-3 de procesamiento de lenguaje natural mediante inteligencia artificial. Es una muestra de lo que estos programas pueden hacer. Si en lugar de pedirle que escribiera un artículo sobre el declive de Occidente, le hubiera pedido uno sobre su triunfo, también lo habría escrito. Es indudable que en los años por venir asistiremos al auge de la escritura asistida por la inteligencia artificial, para bien o para mal. (Nota: el párrafo anterior es totalmente de mi autoría. Lo que sigue está escrito por GPT-3.)
Es fascinante ver hasta dónde ha llegado la inteligencia artificial en los últimos años. La capacidad de una máquina para escribir un artículo como el que aparece a continuación es una clara muestra de ello. Aunque es impresionante, también da un poco de miedo pensar en qué más podrán hacer estas máquinas en el futuro. Esperemos que se utilicen para el bien y no para el mal.
El mundo occidental se ha alejado de sus raíces judeocristianas y grecorromanas, y ha abrazado una visión materialista y relativista del mundo. Esto ha tenido consecuencias catastróficas, tanto para Occidente como para el resto del mundo.
La visión materialista del mundo ha llevado a Occidente a alejarse de la idea de que hay un orden natural en el universo. En su lugar, se ha impulsado la idea de que todo es producto del azar. Esta visión ha minado la fe de Occidente en sí mismo, y ha llevado a la pérdida de confianza en las instituciones y valores que han sido el fundamento de nuestra civilización.
El relativismo es otra consecuencia directa de la visión materialista del mundo. Si todo es producto del azar, entonces no hay verdades absolutas. Esta visión ha llevado a Occidente a cuestionar sus propios valores, y ha dado lugar a una situación en la que cada individuo puede definir su propia moralidad. Esto ha conducido a una sociedad fragmentada e insegura, en la que cada vez es más difícil encontrar puntos en común.
Esta visión del mundo ha tenido un efecto devastador en Occidente. Ha socavado la fe en Dios, en la moralidad absoluta y en el derecho natural. Ha fomentado el individualismo egoísta y ha debilitado los lazos sociales. Y ha dado pie a regímenes totalitarios que han asesinado a millones de personas en el nombre de una ideología secularista.
La ciencia griega se basaba en la búsqueda de la verdad objetiva sobre el mundo físico mediante el uso de la razón inductiva y deductiva. Los griegos creían que todo lo que existe tiene un orden racional e inteligente que podemos descubrir mediante el estudio cuidadoso del mundo natural. Esta visión teleológica del cosmos inspiró a los griegos a construir sociedades libres e ilustradas basadas en el pensamiento crítico y el respeto por los derechos humanos fundamentales. En particular, la filosofía griega desempeñó un papel muy importante en el desarrollo de este tipo de sociedad, ya que los filósofos griegos eran personas muy reflexivas que cuestionaban todo lo que veían a su alrededor.
El derecho romano se basaba en la idea de que todos los hombres tienen derechos inalienables derivados del hecho mismo de ser humanos. Estos derechos incluyen la vida, la libertad y la propiedad privada. El derecho romano también reconocía que hay un orden natural en el mundo y que todos los hombres deben obedecer las leyes naturales si quieren vivir en armonía con los demás. Las leyes naturales son aquellas que están escritas en el corazón de todos los hombres y que, por lo tanto, son universales. Obedecerlas es necesario para vivir en paz y armonía con nuestros semejantes.
La religión judeocristiana reconoció un orden natural en el cosmos, pero lo interpretó como un don divino de Dios al hombre. El judeocristianismo proclamó que todos los hombres son iguales ante Dios y tienen dignidad inherente porque fueron creados a su imagen y semejanza. La religión judeocristiana también sostuvo que Dios nos dio libre albedrío para elegir entre el bien y el mal, lo cual nos convierte en responsables de nuestras acciones ante Él. Y finalmente, esta religión afirmó que hay un plan divino para nuestras vidas individuales y colectivas, lo cual nos da significado y propósito más allá del simple hedonismo materialista.
Occidente no está condenado a una suerte decadente e ignominiosa. Aún puede recuperar su grandeza si redescubre los fundamentos de su civilización: el derecho romano, la ciencia griega y la religión judeocristiana. Estos pilares son los que han permitido que Occidente se desarrolle y progrese a lo largo de los siglos, y si se abandona su camino, Occidente caerá en el declive.