Sobre Cuba, comunismo y libertad religiosa

por | Blog Fe y Libertad

Dic 15, 2017

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Yoani Sánchez, activista por la libertad en su natal Cuba y fundadora del diario digital 14ymedio.com, el único medio independiente en la isla, visitó Guatemala junto a su esposo Reinaldo Escobar. Durante sus actividades académicas en la Universidad Francisco Marroquín (UFM), Yoani y su esposo, Reinaldo, compartieron valiosas anécdotas sobre el ejercicio de la libertad de culto en la isla.  

No se equivocaba monseñor Mariano Rossell y Arellano, cuando en 1954 decía que el comunismo ateo es enemigo de Dios y de la patria al referirse a la caída de Jacobo Árbenz Guzmán y la amenaza inminente de la alineación soviética en nuestro país, Guatemala. Pero antes, es enemigo acérrimo de la libertad individual, y es que el comunismo, esa utopía que propone la construcción de una sociedad igualitaria, requiere el cercenamiento de las libertades individuales, y la libertad religiosa es una de las primeras que los regímenes totalitarios mutilan. Fidel y sus amigos han justificado su maquinaria represiva en el viejo aforismo marxista Die Religion … Sie ist das Opium des Volkes (la religión es el opio del pueblo).

Desde la llegada al poder del comandante que bajó de la Sierra Maestra, la libertad religiosa de los habitantes de la isla ha estado restringida en menor o mayor medida. En los inicios de la dictadura castrista en 1959, primero, con la confiscación de todos los bienes propiedad de la Iglesia, la expulsión de los ministros de culto de otras nacionalidades y la nacionalización de todas las instituciones educativas a cargo de órdenes religiosas. Ante estas medidas, la Iglesia católica puso en marcha un plan para la formación de sacerdotes nativos de la isla. Sin embargo, durante el proceso, decenas de seminaristas fueron confinados a granjas de producción agrícola junto a criminales que cumplían sus condenas, en esas réplicas de los campos de concentración trabajaron forzosamente y eran tratados como criminales; su crimen: ser creyentes y estar en el proceso de formación sacerdotal. Eso solo fue el inicio de una historia de represión para quienes profesaran un credo religioso; las manifestaciones religiosas eran prohibidas en la isla, a menos que se tratara del culto a Fidel Castro, el Ché o a la Revolución; los escapularios, los rosarios y las biblias eran confiscadas. Ser creyente era un crimen. 

Poco a poco se fueron permitiendo ciertas prácticas, pero en un lugar donde todo está controlado por el Estado y tu esfera privada es reducida, es difícil tratar de mantener firme tu fe y tus convicciones. Resulta que en la Cuba castrista donde hasta un refrigerador lo provee el Estado, eran ventajosos los que se hacían pasar por ateos o agnósticos, porque si manifestaban en la solicitud sus creencias religiosas serían los últimos en la fila. Como en el caso del refrigerador, en toda solicitud ante un órgano estatal debía constar si el solicitante profesaba alguna religión, por ser este uno de los criterios de discriminación de la burocracia. 

Los engranajes de opresión y discriminación para los creyentes funcionaron en esta forma por casi tres décadas, fue hasta 1991, cuando con ocasión de uno de los Congresos del Partido Comunista de Cuba, se decidió dejar a atrás la férrea alineación a lo que fue el bloque soviético en materia religiosa y permitir que los creyentes entraran a las filas del partido. Pero resulta que no fueron los religiosos los que entraron a las filas, si no que antiguos miembros pudieron manifestar su profesión de fe y declararla públicamente. 

Hoy en día, las manifestaciones religiosas afuera de los templos siguen restringidas, pero se puede decir que las nuevas generaciones tienen un mayor grado de libertad de culto. Sin embargo, el ejercicio de esta libertad está supeditado a las decisiones que toma la Oficina de Asuntos Religiosos del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, que otorga permisos para la construcción de templos y para la realización de actividades. Claro está, que si el líder religioso de la congregación proclama que Dios nos ha creado libres y es crítico con la dictadura, este órgano burocrático se encarga de bloquear el ejercicio de la libertad de culto hasta en el ámbito privado. 

Este artículo está basado en las reflexiones de esta pareja de periodistas cubanos que día a día luchan con valentía y coraje por la libertad de sus conciudadanos. En palabras de Yoani, en Cuba… se permite la libertad religiosa, más no la libertad de culto… ya que es una amenaza contra la ideología. Desde sus trincheras aportan a la construcción de una Cuba democrática y libre. Afortunadamente, la tecnología y la innovación se han convertido en los peores dolores de cabeza para los dictadores de la dinastía castrista. Una nueva generación de cubanos puede desde un smartphone ser rebelde leyendo el evangelio del día o escribiendo un post que termine amargándole el desayuno al dictador. El ser humano en un entorno de exceso de adoctrinamiento siempre se guarda un trozo para sí, y ese pequeño espacio del corazón de los cubanos está lleno de fe. A pesar de la opresión, el ansia por la libertad sigue viva, más viva que nunca.

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