Los modos en los que se ha difundido la devoción de los santos tienen siempre algo de extraordinario. No creo que se pueda hacer un estudio que pueda determinar los factores que hacen que la popularidad de unos se extienda más que otros. Realmente, es el Espíritu Santo quien suscita entre los fieles acudir a su intercesión y es Dios quien realiza los milagros. Nosotros acudimos a los santos pidiéndoles que nos ayuden a interceder delante de Dios para obtener una gracia especial. Que las personas atribuyan favores recibidos (milagros) a la intercesión de un santo provoca que su fama de santidad se extienda a todos los rincones de la tierra.
La historia de la devoción a san Nicolás de Bari es sorprendente. No sabemos mucho, pues muchos detalles de su vida se escribieron siglos después de su muerte. Son tradiciones orales en las que fácilmente se pueden mezclar algunos aspectos legendarios o incluso atribuidos a otros santos en otras historias. Aún así, es un santo conocido en todo el mundo; tiene más de dos mil iglesias dedicadas a su nombre. Millares de personas peregrinan todos los años a visitar su tumba en Bari para pedirle favores y llevarse un poco del agua que brota de su tumba (la maná).
Nicolás nació en Patara (Turquía) en el año 270 y murió en Mira, siendo obispo de la ciudad, cuando tenía 63 años. Bari fue el lugar donde los cruzados llevaron sus restos mortales para evitar que fueran profanados por los musulmanes que conquistaron Turquía. Pero este santo es más conocido por la figura de Santa Claus, un hombre bonachón y generoso que premia a los niños bien portados.
En distintos países de Europa central se celebra su fiesta. En los Países Bajos, le llaman Sinterklaas. El 6 de diciembre, día de su fiesta, llega en un barco de vapor y muchas veces se le representa montado en un caballo blanco. En algunas ocasiones se muestra a Sinterklaas montado en su caballo por los tejados de las casas.
Estos detalles tienen su origen en el reinado de Felipe II, cuando los Países Bajos estaban bajo dominio español. Muchos asociaban a san Nicolás con el emperador, quien montaba un caballo blanco y llegaba con muchas riquezas. Por lo general llegaba en barco a visitar esas tierras. Se cree que en esa época se difundió su devoción por estar Bari también bajo dominio español.
A la caída del imperio, los calvinistas intentaron erradicar la fiesta de Sinterklaas. El nombre actual deriva más del modo en que lo llaman Austria y Suiza: Santiklaus. En muchos lugares se conserva la tradición de dejar los zapatos fuera la noche del 5 de diciembre y en la mañana del 6 aparecen llenos de regalos.
La idea de que Santa Claus viaja en un trineo, que se sube a los tejados y viene del norte probablemente está asociada a la fiesta de Sinterklaas, al llegar en barco por el mar del Norte y por asociarlo a Felipe II, que vestía con armiño, se le supone de una tierra más fría, al norte. Coca-Cola fue quien le cambió el color de su traje; a san Nicolás se le representa con un manto verde o dorado. Pero estos son detalles superficiales.
La bondad y generosidad de la figura de Santa Claus derivan de la fama de san Nicolás. Pertenecía a una familia adinerada y cuando sus padres murieron decidió repartir su fortuna para atender las necesidades de los pobres. Un suceso de su vida, quizá es el que más ha influido en la figura de Santa Claus, es la historia de un hombre muy pobre que tenía tres hijas muy bellas y no podía casarlas por no tener la dote necesaria para su boda. El santo en tres ocasiones acudió de noche para no ser visto a la casa de este hombre y dejó una bolsa con monedas de oro en la ventana. Es por este evento que al santo se le representa con tres monedas de oro en su mano.
Dejando a un lado los aspectos anecdóticos de la relación entre la figura comercializada de Santa Claus y el santo de Mira, es lo que el Espíritu Santo quiere enseñarnos con la figura de sus santos. Los regalos que se reparten el 6 de diciembre en algunos países en honor a san Nicolás, o los que se reparten el 25 de diciembre por Santa Claus, o los que se depositan en calcetines o zapatos el 6 de enero por los reyes magos nos hablan de la generosidad de Dios.
En Navidad, Dios nos ha hecho el don más grande: nos ha entregado a su Hijo amado, al Emanuel, al Dios con nosotros. Dios ha querido morar entre los hombres, acompañarnos en nuestras tareas. La alegría de este regalo se refleja en la ilusión de todas las personas en el mundo que buscan portarse bien para recibir regalos en esta época. La vida de san Nicolás nos muestra que también nosotros podemos ser un regalo para los demás y que darse a los demás es causa de alegría.