El 91 % de los migrantes guatemaltecos afirman que su motivación es económica; solo un 1.9 %huye de conflictos y violencia
Esto lo subrayó el embajador Carlos Raúl Morales, exministro de Relaciones Exteriores de Guatemala (2014-2016), en el conversatorio «Interacciones entre políticas públicas, migración y familia». El evento, organizado por la Asociación Familia, Desarrollo y Población (FADEP), la Asociación Familia Importa (AFI) y Manos Mormonas que Ayudan, se llevó a cabo el 17 de octubre.
Ese mismo día, una caravana compuesta por miles de hondureños, con todo y mujeres embarazadas y niños en brazos, cruzaba el territorio guatemalteco en su polémico viaje hacia Estados Unidos. No es inusual que personas y familias intenten cruzar la frontera de Estados Unidos diariamente, incluso después de que la Administración Trump aplicara con más rigidez las leyes de su país, y elevara así el costo de migrar sin documentos.
Pero busca causar olas políticas una numerosa masa, bien organizada, por, entre otros, el exdiputado Bartolo Fuentes del Partido Libertad y Refundación (Libre), catalogado como izquierdista. Algunos reporteros estadounidenses sugieren que integrantes del Partido Demócrata apoyan la marcha porque intentan por este medio cosechar votos en las próximas elecciones de senadores y diputados, a realizarse el 6 de noviembre. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, amenazó al gobierno de Honduras (y a los demás gobiernos de la región) con cortar las ayudas monetarias si no ponía un alto a la caravana. «Ninguna ayuda puede ser condicionada», le respondió el presidente Jimmy Morales, cuyo gobierno mostró simpatía hacia los migrantes, pero ofreció colaborar con las autoridades hondureñas para repatriar a los que quisieran retornar a su país.
Dos hechos deberían ser los ejes en la conversación que tendrán funcionarios de Estados Unidos, México, Guatemala, Honduras y El Salvador a raíz de esta caravana. Uno, la mayoría de migrantes preferiría no migrar. Dos, se desplazan para labrar una mejor vida para sus familias con su trabajo digno. Todo el énfasis debería colocarse, por tanto, en hacer crecer las economías de la región.
La única forma de crear más y mejores oportunidades de empleo, la única forma de subir los salarios, es creando riqueza. Y para crear riqueza necesitamos propiciar un entorno favorable al ahorro y a la inversión. Garantías firmes y claras a los derechos de propiedad privada, y la inviolabilidad de los contratos, son condiciones absolutamente necesarias. Los pequeños, medianos y grandes inversionistas necesitan saber que su esfuerzo será protegido contra ataques por otros y por el mismo gobierno, en legislación cristalina, en las cortes y, si es necesario, por las fuerzas de seguridad. Además, hay que eliminar las barreras de entrada a los mercados y reducir las regulaciones que encarecen excesivamente armar y operar un negocio en Guatemala. Un mercado abierto, transparente y confiable exige la desregulación, mercados laborales flexibles y más.
También es importante mejorar la infraestructura que usamos para transportar bienes dentro del país y hacia fuera (carreteras, aeropuertos, puertos), así como el acceso a fuentes energéticas
Finalmente, desechemos el estereotipo del inversionista-explotar. Reconozcamos que cualquiera de nosotros puede invertir, trabajar, comerciar, innovar y crear riqueza. Cualquier acto productivo ayudará a muchos otros, así queramos o no, a ampliar sus horizontes. El mercado no es racista ni clasista, no le importa el nivel de educación y no discrimina: premia el talento y el trabajo duro. Sin subsidios, ni protecciones, ni privilegios, surgirán iniciativas que ahora no tenemos siquiera la capacidad de imaginar. Y si las familias permanecen unidas y prosperan aquí, nos evitaremos además la larga lista de problemas sociales que son consecuencia de la desintegración familiar.