Monopolios estatales y artificiales
¿A qué se debe la ineficiencia?
Los diputados aprobaron de urgencia la Ley de Competencia (Decreto 32-2024). Sumo mi voz a la de Jorge Jacobs, Ramón Parellada y la de otros guatemaltecos que lamentan esta decisión. Concuerdo con ellos que dicha ley hará poco por mejorar la competencia en el mercado. Por el contrario, creará oportunidades para que el Gobierno selectivamente entorpezca el trabajo de algunas empresas por motivos políticos, abriendo la puerta a la corrupción.
Los legisladores fueron presionados para aprobar la ley por asesores extranjeros. Muchos de los promotores de la ley seguramente fundamentan su postura en una teoría económica que se popularizó en los años cincuenta del siglo pasado: la economía del bienestar. El economista neokeynesiano Paul Samuelson, por ejemplo, autor del texto de economía más utilizado en universidades estadounidenses desde 1948, afirmó que los mercados no regulados funcionan imperfectamente. Los mercados fallan en cosechar la eficiencia ideal, según esta corriente, cuando generan externalidades o los actores toman decisiones con base en información imperfecta. O cuando surgen monopolios. En la primera edición de Economics, Samuelson evoca una imagen terrorífica: «el monopolio que todo lo consume» se sobrepone a la «competencia autorregulada».