George Orwell: Un visionario de la política y la verdad

por | Blog Fe y Libertad

Jul 29, 2024

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George Orwell, novelista, poeta y ensayista británico, nació en 1903, casi al comienzo del siglo pasado. Reconocido por su aguda apreciación de la política, Orwell no solo se enfocó en los aspectos principales de los regímenes políticos totalitarios, sino también en los detalles prácticos y los complejos hilos que se tejen para convertir estos proyectos en una realidad. Su obra desentraña quién desea gobernar, a quién se desea controlar y cómo se modifican los códigos de comunicación, lenguaje, símbolos y significados para hacer que una nueva realidad no solo sea aceptada, sino que también llegue a ser percibida como normal.

En este contexto, Orwell es célebre por la frase:

En un tiempo de engaño universal, decir la verdad es un acto revolucionario.

Esta breve pero profunda afirmación destaca su perspicacia, ya que el engaño universal a menudo emana de grandes proyectos revolucionarios. Decir la verdad, entonces, se convierte en el auténtico acto revolucionario, la única arma efectiva contra la manipulación masiva.

Esta perspectiva es especialmente relevante en nuestra época, donde el discurso político ha trascendido más allá de los maquillajes habituales sobre la realidad social o económica de un país. Hoy en día, el discurso se ha convertido en un ejercicio de la mentira, en el que se dice casi cualquier cosa al público, buscando provocar emociones momentáneas y una identificación superficial, en lugar de adherirse a principios sólidos que deberían regir todo proyecto político o de cualquier otra naturaleza.

Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros.

En su obra Rebelión en la granja (1945), George Orwell dejó esta famosa frase para ilustrar de manera sublime los objetivos últimos de los estamentos superiores que guían una revolución supuestamente hacia una sociedad más justa y equitativa, una utopía donde todos viven felices y satisfechos. Sin embargo, Orwell nos muestra que «algunos animales son más iguales que otros». Esta declaración expone cómo el supuesto bienestar que se busca para todos termina siendo un privilegio que pocos disfrutan. Esos pocos son los líderes que, bajo la apariencia de preocuparse por el bienestar de las masas, en realidad buscan su propio beneficio. La ironía que nos ofrece Orwell refleja la corrupción y la hipocresía inherentes en muchos movimientos revolucionarios, donde las promesas de igualdad y justicia se desvanecen ante la realidad del poder concentrado en manos de unos pocos.  

Solo basta recordar las realidades opulentas de algunos de estos líderes totalitaristas. Por ejemplo, en su momento en Rumanía, Nicolae Ceaușescu (1918-1989) famoso por mantener varias mansiones con calefacción, aunque nadie las estuviera ocupando, solo ante la posibilidad de alguna visita casual que nunca pasaba; un Muammar Gaddafi (1942-2011) en Libia, cuyo excéntrico y lujoso estilo de vida era una ofensa a los muchos retos y pobreza que se vivían en aquel país, o Corea del Norte, donde la figura actual más conocida es Kim Jong-un, sin embargo, fue su padre, Kim Jong-il (1941-2011), quien dejó verdaderas anécdotas para el recuerdo, como sus viajes en un tren blindado, durante los cuales se le servían vinos y comidas suntuosas; en América del Sur, el régimen de Nicolás Maduro, donde las despensas de los supermercados llegaron a estar vacías, pero se publicaron las fotos del líder compartiendo comidas lujosas durante sus rondas internacionales.

La obra de Orwell nos invita a reflexionar sobre la importancia de la verdad y la honestidad en un mundo donde la manipulación y la distorsión de la realidad son cada vez más comunes. Su legado sigue siendo una poderosa herramienta para cuestionar y desafiar los sistemas de poder que buscan controlar la percepción y la realidad misma.

Al ver estas realidades, uno no puede evitar sentir admiración por su obra, que de una forma tan clara desnudaba las realidades del poder. Nos recuerdan, a su vez, la máxima que dejó lord Acton (1834-1902): «El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente».

Decir la verdad siempre ha sido una virtud; pero hoy, tiene dimensiones heroicas.

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