Publicado originalmente el 7 de febrero de 2023 en Prensa Libre
Jacques y Raïssa Maritain se convirtieron al catolicismo
Estoy empezando a aprender sobre el matrimonio de Jacques Maritain (1882-1973) y Raïssa Oumansoff (1883-1960). Mi primera impresión es que estudiar su recorrido intelectual y religioso puede inspirar a quienes hoy se sienten desesperanzados, así como a aquellos que no encuentran las respuestas en el cientificismo que domina los ambientes académicos. Hoy, más de 50% de los jóvenes estadounidenses afirman sentirse deprimidos o desesperados, y globalmente alrededor de 800 000 personas se suicidan cada año. En las aulas se sigue enseñando el relativismo moral y el cientificismo. Las opiniones científicas, inclusive las conclusiones provisionales, se revisten de prestigio generalizado. Se reduce la explicación de lo humano a datos empíricos, obviando que las personas somos complejas, únicas y misteriosas. Con frecuencia el pensamiento filosófico o religioso se tilda de irracional. Los Maritain abordaron cuestiones relevantes a sucesivas generaciones y nunca se cansaron de buscar la verdad.
Jacques nació en un hogar protestante y liberal; Raïssa era hija de inmigrantes rusos y judíos. Se conocieron en las aulas dedicadas a las ciencias naturales en la Sorbona. A principios del s. XX, reinaba la convicción de que toda afirmación racional puede ser verificada científicamente o mediante pruebas matemáticas y lógicas, y lo demás es ilusorio. Jacques y Raïssa sentían que la Sorbona los había «saturado» de escepticismo y no atisbaban la razón de la existencia humana por la vía del cientificismo. Tal era su frustración que juraron suicidarse si al cabo de un año no lograban encontrar motivaciones para vivir.
Afortunadamente, Jacques asistió a unas conferencias sobre la espiritualidad humana que dictó Henri Bergson (1859-1941), y la pareja desistió de su pacto. Se casaron en 1904. Al año siguiente, conocieron a León Bloy (1846-1917). A los Maritain les atrajo la vida espartana y el fuego espiritual de Bloy; hasta entonces, habían desdeñado la religión. En Bloy encontraron a una persona rebelde y auténtica que no se conformaba con una religiosidad mecánica. Años después, Maritain escribió que Bloy «era una catedral calcinada» y no un «sepulcro blanqueado como los fariseos». «Franqueado el umbral de su casa, todos los valores quedaban desplazados como por un trinquete invisible. Se sabía, o se adivinaba, que solo hay una tristeza, la de no ser santos», escribió Maritain. En 1906, los esposos recibieron el sacramento del bautizo y Bloy fue su padrino.
Cuatro años más tarde, los Maritain descubrieron la obra de Santo Tomás de Aquino y comprendieron que el teólogo medieval aportaba enormemente a su nueva forma de ver el mundo. Jacques es hoy recordado como uno de los más importantes tomistas del mundo. En la introducción de Elementos de filosofía (1920), un libro de texto comisionado por los obispos de Francia, Maritain observa que la «filosofía cristiana» encierra la verdad, y que el acuerdo entre un filósofo pagano (Aristóteles) y un sacerdote poseedor del conocimiento revelado (Santo Tomás) constituye una «garantía extra-filosófica» de que es racional y verdadera.
Durante la II Guerra Mundial, los Maritain vivieron en Estados Unidos, donde Jacques dictó clases en Princeton, Columbia y Notre Dame. Tras la muerte de Raïssa en 1960, Maritain regresó a su patria y vivió en Toulouse con los Pequeños Hermanos de Jesús, con quienes ya antes había congeniado, y se convirtió en uno de ellos en 1970. Murió de un ataque al corazón tres años más tarde.
Seguiré estudiando el pensamiento de Jacques Maritain en el seminario «Cristianismo y democracia» del Instituto Fe y Libertad (IFYL). ¡Ya les contaré qué más aprendo!