Dos puntos de vista de la libertad

por | Blog Fe y Libertad

Jul 5, 2023

Las opiniones expresadas en este espacio no necesariamente reflejan la postura del Instituto Fe y Libertad y son responsabilidad expresa del autor.
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La semana pasada experimenté un momento quijotesco donde sentí que yo montado en mi corcel iba encaminado a luchar contra los molinos, pensando que eran gigantes. Pero no iba yo en Rocinante sino en un avión, y no iba yo a luchar contra molinos sino a Acton University en Grand Rapids, MI.

 «¿A dónde vas, papá?» Me había preguntado mi hija de cuatro años antes de subirme al avión. Y es que hasta para una niña es obvio que el ir y el venir son decisiones que se toman con Libertad. El decir esto ya resulta tan obvio en ciertos cuarteles de la Sociedad, donde la búsqueda de establecer sociedades compuestas de individuos libres y responsables es ahora una fechoría digna de un Quijote. Pero hasta el mismo negar que uno es libre se hace de forma libre.

 Así pues, en la bella y verde ciudad de Grand Rapids, Michigan, asistí durante cuatro días a una serie de lecciones y de coloquios donde se expusieron temas desde la idea cristiana del florecimiento humano hasta las diferentes innovaciones que pueden darse del concepto de universidad en Estados Unidos. Andando por los pasillos y asomándose a cada salón, podía uno escuchar a doctos hombres y mujeres exponer sus ideas sobre Keynes, la fundación de los Estados Unidos, las bases teóricas de la ideología de género, las ideas sobre cómo crear una sociedad más justa en donde las razas en EE. UU. puedan convivir… Sin embargo hoy quiero reflexionar sobre la libertad e intentar exponer unas ideas que surgieron a raíz de este viaje.

Lo que entendí en la experiencia de asistir a Acton University es que parecen haber dos opiniones sobre la libertad que existen en extremos opuestos: una se niega a creer que somos libres y por eso intenta minimizar el daño que la naturaleza bestial del hombre produce, crea una especie de zoo donde los individuos pueden operar en sus jaulas sin hacer daño pero donde también se les puede estudiar, medir, optimizar. En esta idea, la virtud es inalcanzable y la sociedad ideal está diseñada en torno a crear las condiciones óptimas para lograr los fines de la sociedad. Esta es la opinión maquiavélica porque la inventó Maquiavelo. La orientación del estado ya no es hacia crear las condiciones para que los individuos florezcan. Esta idea está muerta.

La segunda se opone en absoluto a la idea maquiavélica. Esta idea asevera que la libertad es una categoría esencial del ser del hombre: a través de la libertad, las personas son capaces de trazar su propio destino, explorando una existencia que es inagotable, un mar sin orillas. Desde este punto de vista, el hombre tiene abierto ante sí un panorama de posibilidades no meramente calculables y sujetas al análisis estadístico sino que orientadas hacia una serie de relaciones sin fin en sí mismas y que por naturaleza no se pueden definir. Hablo, por supuesto, de la relación que tiene el hombre consigo mismo, con su prójimo y con su Creador. A esta perspectiva de la libertad le llamo la ontológica.

Como explicar cada uno de ambos extremos del esquema sobre la libertad que acabo de exponer requeriría tal vez muchos libros para explicar, me limitaré a relatar dos conversaciones que tuve en Acton University que los ejemplifican.

La primera conversación que tuve fue con alguien a quien ahora llamo amigo. Nos presentamos después de misa. Pude apreciar que era uno de los académicos exponentes y tuvimos una conversación larga y amena. Al ir paseando por los pasillos del centro de convenciones desde el sitio donde se llevó a cabo la misa hasta donde desayunábamos todos los días, conversamos sobre nuestras vidas y yo le comenté que había estudiado filosofía. Me preguntó si me dedicaba a la academia y le confesé que no. Le dije en broma que creía que la filosofía había muerto después de la Edad Media. Esto lo digo solo como media broma, porque en realidad creo que al abandonar la metafísica nos hemos quedado sin cabeza. Al escuchar esto, mi amigo me preguntó si había leído a Strauss. Un poco, le dije. Pero nuestra conversación giró en torno a un ensayo titulado What Is Political Philosophy. Es, en mi ignorante opinión, el mejor resumen del papel que se le ha dado a la libertad en la filosofía política. Strauss nos explica:

One can state the main point as follows: there is something fundamentally wrong with an approach to politics which culminates in a utopia, in the description of a best regime whose actualization is highly improbable. Let us then cease to take our bearings by virtue, the highest objective which a society might choose; let us begin to take our bearings by the objectives which are actually pursued by all societies. Machiavelli consciously lowers the standards of social action. His lowering of the standards is meant to lead to a higher probability of actualization of that scheme which is constructed in accordance with the lowered standards. Thus, the dependence on chance is reduced: chance will be conquered. (p. 41)

Man is not by nature directed toward virtue […] In other words, one cannot define the good of society, the common good, in terms of virtue, but one must define virtue in terms of the common good […] By the common good we must understand the objectives actually pursued by all societies. These objectives are: freedom from foreign domination, stability or rule of law, prosperity, glory or empire. Virtue in the effectual sense of the word is the sum of habits which are required for or conducive to this end (p. 42)

Y así podemos observar que en las conversaciones sobre política y economía en los parlamentos y congresos, órganos burocráticos y gobiernos, bancos mundiales y demás organizaciones dedicadas al «desarrollo», de lo que se habla es de cómo crear programas e incentivos para que aumente la producción, para que haya menos desigualdad, para que incremente el bienestar material de la población general… Pero no se habla de la virtud.

La segunda conversación que tuve durante la semana fue el miércoles. Tuve la dicha de hacer otro amigo, quien fundó el Instituto Leonardo Polo en EE. UU., dedicado a la diseminación y traducción de la obra del filósofo navarro de mediados del siglo XX. Me sorprendió tanto que hubiera un instituto dedicado a esa labor que durante cuatro horas estuvimos sentados discurriendo sobre las ideas de Polo. La gran tesis de mi amigo es que Polo es el único que realmente ha aportado al avance de la metafísica desde Santo Tomás de Aquino. Yo estaba claramente asombrado por semejante aseveración y le pedí que me explicara a qué se refería.

Mi amigo y yo fuimos por una cerveza y comenzamos por hacer una sinopsis de la historia de la metafísica comenzando desde los presocráticos. La chispa que motivó el desarrollo de la metafísica fueron las preguntas que hicieron esos filósofos hace tantos siglos: ¿qué es el cambio? ¿Cómo es posible observarlo y describirlo? Quien ha estudiado un poco de filosofía sabrá que Aristóteles fue quien por primera vez describió un sistema coherente para describir el cambio y así expone su idea sobre acto y potencia. Durante varios centenares de años la teoría de Aristóteles no evolucionó más hasta Santo Tomás de Aquino, quien añadió que entre acto y esencia había una diferencia para todos los seres excepto Dios, quien es uno en su acto y su potencia. Pero tuvimos otros 800 años de pausa hasta Leonardo Polo. 

En la filosofía occidental describimos al ser usando las categorías de Aristóteles: esencia, acto y potencia, accidentes. Por eso decimos que un hombre es un ser racional. Sin embargo, después del personalismo empezó a surgir una inquietud: la definición del hombre como ser racional no nos sirve para entender cómo el hombre desenvuelve su vida y su existencia. Al decir ser racional, podríamos decir que estamos excluyendo las posibilidades que se le abren al hombre por ser relacional también: que nuestra identidad y propósito surgen de las relaciones que formamos con quienes nos encontramos en nuestras vidas, familias, amigos, etc. Además, esas relaciones se fortalecen cuando son verdaderamente libres. Con la libertad, esas relaciones abren un horizonte infinito de posibilidades a las personas para desenvolverse en el mundo. Leonardo Polo, decía mi amigo, fue el primero en describir cómo esto es posible.

Terminamos la cena y creo que cada uno estaba intelectualmente exhausto. Yo me fui a dormir casi instantáneamente después de concluir la conversación, pero me dejó con una profunda revelación que descubro y vuelvo a descubrir cada cierto tiempo. La política y la economía son medios para que podamos ser personas libres y responsables. Si bien pueden llamarnos quijotescos a quienes intentamos transformar a nuestras sociedades en unas donde podamos crear las condiciones para la libertad y la responsabilidad, respondo yo como el mismo Quijote:

La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres. (II, 58)

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