Algo bueno en Netflix: La luz que no puedes ver

por | Blog Fe y Libertad

Nov 10, 2023

Las opiniones expresadas en este espacio no necesariamente reflejan la postura del Instituto Fe y Libertad y son responsabilidad expresa del autor.
Tiempo de lectura:  6

La serie de Netflix, La luz que no puedes ver, me sorprendió positivamente. Mucho de lo que consumimos en este servicio de streaming es superficial y hasta inmoral, pero esta producción basada en la novela de 2014 por el estadounidense Anthony Doerr nos deja reflexionando sobre diversos aspectos de la convivencia humana. Además, es una producción artística bella, que pica a la imaginación y a la inteligencia.

Los protagonistas nos dan grandes lecciones sobre el amor, una luz que no se puede ver. La serie desemboca en un encuentro romántico, pero la mayor parte de la película somos testigos del amor que se tienen un padre y su hija, y dos parejas de hermanos. Marie-Laure LeBlanc es una niña ciega y precoz. Sabe que es diferente, pero no se victimiza ni inspira lástima. Su padre Daniel es un académico que evidentemente ama apasionadamente al mundo, y desea enriquecer la vida de su hija con buenas ideas, olores, sabores, sonidos, amistades y experiencias. Gustosamente, con naturalidad, y porque considera la existencia de su hija una bendición, Daniel está dispuesto a sacrificar hasta la vida por ella. Mide sus pasos por el entramado de las calles y los callejones de París y de la ciudad de Saint-Malo. Talla maquetas de madera de ambas ciudades. Marie-Laure recorre las calles de las maquetas con sus dedos para luego salir confiada al mundo, disfrutar cierta independencia y hacerse útil. Va a la panadería, cosecha ostras y escucha el rugido del mar. Marie-Laure, a su vez, llena la vida de su padre con un sentido de asombro, alegría y luminosidad. Comparten una ávida curiosidad por la ciencia y la literatura. Por las noches, ella sintoniza una estación de radio para escuchar las lecciones de un profesor misterioso. Daniel y Marie-Laure se tratan con respeto, se escuchan el uno al otro y están prontos a servirse mutuamente. 

También es ejemplar el amor entre dos parejas de hermanos, Madame Manec y Etienne (el profesor), y entre dos niños alemanes huérfanos, Jutta y Werner Pfenning. Madame Manec y Etienne conocen a cabalidad los defectos y debilidades el uno del otro; se profieren cariño, paciencia y comprensión. Se animan a superar sus respectivos retos de salud (mental y física) para enfrentar con valentía las dificultades de la guerra. Jutta y Werner, a su vez, se integran a un humilde pero agradable hogar para niños liderado por una monja querendona. Jutta pide a su hermano que sea precavido porque es toda la familia que tiene. Como Marie-Laure, él viola la ley para escuchar al profesor científico por las noches. Cuando la Gestapo se lleva a Werner a una escuela nazi para pulir sus habilidades como operador de radios, Jutta lo exhorta a resistir todas las presiones por cambiar su bondadosa naturaleza.

Debido a la II Guerra Mundial que acontece a su alrededor, los protagonistas son llevados a cometer actos vergonzosos, desde mentir hasta matar. La guerra está por finalizar y las tropas americanas pronto liberarán a Francia. En este contexto, muchos muestran cobardía, desesperanza, odio, avaricia, lujuria, desprecio por la vida y bajeza moral. Las oscuras escenas de guerra contrastan con la luz y la paz que producen los momentos compartidos por Werner y Jutta, o el padre, su hija y sus tíos Etienne y Madame Manec, junto con sus amigos y cómplices. Y es que estas personas poseen el tesoro del amor sano y puro.

El gran ausente, pero eternamente y silenciosamente presente, es el Amor-Dios. Anthony Doerr, el autor de la novela, parece ignorarlo, aunque en una entrevista afirma que fue educado en la fe católica, y que Las crónicas de Narnia, por el autor cristiano C.S. Lewis, fue el libro que lo inspiró a ser escritor. Insinúa que es ambivalente respecto de las creencias religiosas, y agrega que «el mundo es absolutamente, sensacionalmente, maravilloso. Ya sea que creas que fue creado por Dios o que la evolución nos transportó hasta este momento en el tiempo, tienes que apreciar la suerte de estar aquí en este preciso momento».

Los personajes de Doerr no son abiertamente creyentes: no asisten a servicios religiosos ni rezan. De hecho, la serie puede verse en clave atea, pues exalta la ciencia y la razón, las cuales hoy en día son contrastadas con la supuestamente irracional y pueril fe. No obstante, el campanario de la catedral de Saint-Malo, dedicada a San Vicente, domina el paisaje constantemente e irradia luz. En Alemania, la luz cálida de la chimenea del orfanato cristiano opaca el obscuro y absurdo salvajismo del régimen nazi. El carácter responsable y virtuoso de Daniel, Etienne y Madame Manec, son propios de personas que se saben hijas de Dios. Hacia el final, Etienne escucha la confesión de Werner, quien le narra su larga historia de vida porque confía en él: su padre postizo, su profesor. Werner recibe el regalo del perdón, y con él, vuelve a cultivar la esperanza de emprender nuevamente el camino del bien. 

Yo no sabía que alguien me escuchaba, confiesa Etienne a su sobrina Marie-Laure. Él había iniciado sus transmisiones nocturnas para curarse del trauma que le causó la I Guerra Mundial, para llenar su propia vida de cosas bellas, para ahogar el mal a su alrededor en abundancia de bien. Siempre te escuchaba, le asegura ella con sencillez, como admitiría un discípulo a su profeta, portador de sabiduría. ¿Qué puede ser más importante que el conocimiento que compartía el profesor con los niños radioescuchas?, pregunta Marie. En otras palabras, ¿qué puede ser más importante que la verdad (y la Verdad)? Una profunda comprensión del orden y la belleza en el mundo material nos acerca al Creador. El profesor enseñó a Marie-Laure y a Werner a vivir con los pies firmemente cimentados en la tierra, con sus altos y bajos, pero guiados por una brújula moral. También les enseñó a ser contemplativos y a escuchar en quietud la bella melodía de Claro de Luna, la pieza por el compositor francés Claude Debussy con la que inauguraba cada programa. Les enseñó a elevar el alma y la mirada hacia el cielo y a abrir su ser a la luz de la Verdad.

Esta serie de Netflix habla directamente a los terrícolas del siglo XXI. De hecho, Doerr confiesa que empezó a escribir la novela porque le molestó la actitud de un pasajero del tren, quien hizo una rabieta cuando perdió la señal en su celular. Doerr nos quiere gritar: ¡No sean ciegos! ¡Saquen la nariz de ese aparato el tiempo suficiente para apreciar la tecnología que les abre las puertas del conocimiento, les revela las maravillas del mundo, y les permite comunicarse a distancia, como el profesor se comunicaba con Werner y Marie-Laure! No se entreguen a la oscuridad del ocio pasivo e impensante, ni al relativismo, ni al victimismo, sino que fortifiquen su carácter, enciendan sus sentidos y sus mentes, entréguense amorosamente a los demás y vivan la vida más plenamente. Si, Dios no lo quiera, las circunstancias nos sumergen en una nueva guerra u otra calamidad, tenemos que tener la capacidad de resistir el mal con estoicismo. Tenemos que poder irradiar luz sobre los sucesos diarios para transmitir paz y alegría a nuestros seres queridos.

Derechos de Autor (c) 2022 Instituto Fe y Libertad
Este texto está protegido por una licencia Creative Commons 4.0.
Usted es libre para compartir —copiar y redistribuir el material en cualquier medio o formato — y adaptar el documento —remezclar, transformar y crear a partir del material— para cualquier propósito, incluso para fines comerciales, siempre que cumpla la condición de:
Atribución: Usted debe dar crédito a la obra original de manera adecuada, proporcionar un enlace a la licencia, e indicar si se han realizado cambios. Puede hacerlo en cualquier forma razonable, pero no de forma tal que sugiera que tiene el apoyo del licenciante o lo recibe por el uso que hace de la obra.
Resumen de licenciaTexto completo de la licencia

Open chat
Bienvenido al INSTITUTO FE Y LIBERTAD
¿En qué podemos ayudarle?