Maximiliano Kolbe: Mártir de Auschwitz

por | Blog Fe y Libertad

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Hace unos años viajé con mis hermanos a Cracovia, Polonia, donde visitamos Auschwitz. La visita al campo de concentración era obligada; no podíamos dejar de conocer ese lugar donde aproximadamente 1.1 millones de personas fueron exterminadas. El 90 % de ellas eran judíos, y el resto incluía a polacos, gitanos, prisioneros de guerra, comunistas y disidentes del régimen. 

Durante el recorrido, pasamos por una celda y nos contaron que allí estuvo un prisionero llamado Maximiliano Kolbe, un fraile franciscano con el número de prisionero 16670. Nunca antes había oído hablar de él, y al regresar a casa sentí la necesidad de conocer más sobre su historia. Aquí se las comparto.

Maximiliano Kolbe nació el 8 de enero de 1894 con el nombre de Raymundo en Zduńska Wola, al centro de Polonia, que en ese entonces estaba bajo el dominio del zar Nicolás II de Rusia. Lo bautizaron ese mismo día en la iglesia parroquial de María Asunta.

En 1907, Raymundo Kolbe y su hermano mayor, Francisco, ingresaron al seminario menor de los frailes franciscanos conventuales en Leópolis, (Lviv, Ucrania). Comenzó el noviciado en 1910, recibiendo el hábito franciscano y adoptando el nombre de Maximiliano en honor a san Maximiliano de Celeia. 

Dos años después, inició sus estudios de filosofía en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. En 1914, emitió sus votos perpetuos, añadiendo «María» a su nombre de sacerdote. De ahí en adelante se le conoció como Maximiliano María. Obtuvo el doctorado en filosofía en 1915 y luego en teología en 1919 de la Pontificia Universidad de San Buenaventura.

En octubre de 1917, fundó la Milicia de María Inmaculada junto con seis compañeros franciscanos. Fue ordenado sacerdote el 28 de abril de 1918 y celebró su primera misa al  día siguiente en la iglesia de San Andrés delle Fratte. Esta misa tuvo lugar en el mismo altar donde, en 1842, la Virgen se le apareció a Alfonso de Ratisbona.  

En 1919, regresó a Polonia y comenzó a impartir clases de historia eclesiástica en el seminario franciscano de Cracovia. Un año después, fue diagnosticado con tuberculosis y enviado a Zakopane para recibir tratamiento, donde también ejerció como capellán del hospital. En 1922, la Santa Sede aprobó oficialmente la Milicia de la Inmaculada como pía unión. En 1926 tuvo que volver a Zakopane por motivos de salud.    

En febrero de 1930, Kolbe partió a Japón con un grupo de religiosos. En abril, el obispo de Nagasaki los recibió y lo envió a enseñar filosofía en el seminario diocesano. En abril de 1936, se inauguró un seminario menor en el convento de Nagasaki. Ese mismo año, regresó a Polonia, donde fue nombrado superior del convento de Niepokalanów, cerca de Varsovia, por lo que no volvió a Japón.

El 9 de septiembre de 1939, Kolbe y 38 religiosos fueron arrestados por los alemanes y enviados a varios campos de concentración. Todos fueron liberados el 8 de diciembre. Sin embargo, en febrero de 1941, el monasterio fue clausurado por las autoridades nazis. Kolbe y cuatro sacerdotes fueron detenidos por la Gestapo y enviados a la prisión de Pawiak en Varsovia. El 28 de mayo, Kolbe fue trasladado a Auschwitz. 

En julio de 1941, un prisionero llamado Zygmunt Pilawski (prisionero número 14156) logró escaparse del campo. Como castigo, el oficial de la SS seleccionó a diez prisioneros para morir de hambre. Entre ellos estaba Franciszek Gajownicsek, prisionero 5659, quien exclamó: «He perdido a mi esposa y ahora mis hijos se quedarán huérfanos». Kolbe, que estaba cerca y padecía de tuberculosis, dio un paso adelante y le dijo al oficial: «No tengo a nadie, soy un sacerdote católico. Quiero ocupar su lugar».

Los diez fueron encerrados en el bloque 11. Durante su encierro, guiados por Kolbe, rezaban el rosario y cantaban a la Virgen María. Después de dos semanas sin agua ni comida, solo quedaban vivos Maximiliano y tres hombres más. El 14 de agosto, víspera de la Asunción de María, fueron ejecutados con una inyección de fenol. Sus cuerpos fueron incinerados al día siguiente. Según el testimonio del jefe de enfermería, Kolbe le dijo antes de morir: «Usted no ha entendido nada de la vida. El odio no sirve para nada, solo el amor crea». Sus últimas palabras fueron: Ave María.

El 12 de mayo de 1955, fue reconocido como siervo de Dios por la Santa Sede. El papa Pablo VI lo declaró venerable en 1969 y lo beatificó como confesor de la fe en 1971. Finalmente, en 1982, san Juan Pablo II lo canonizó y lo proclamó mártir de la fe. Francisco Gajownicsek estuvo invitado tanto a la beatificación como a la canonización de Maximiliano Kolbe.

Su entrega total, incluso hasta dar la vida por otro, lo convierte en un verdadero ejemplo de amor cristiano, fe inquebrantable y esperanza luminosa en medio del sufrimiento humano.

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