Publicado originalmente el 30 de abril de 2024 en Prensa Libre.
Un año después de que Stalin ocupara Lituania, el país fue invadido por Alemania. Los soviéticos recuperaron el control en 1944, aplastaron a la resistencia lituana y gobernaron durante 47 años. Integraron la economía báltica al sistema comunista de la Unión Soviética: abolieron la propiedad privada y estatizaron los bienes. Mandaron al exilio a granjeros exitosos y obligaron a trabajar a otros campesinos en granjas colectivas (koljoses), las cuales donaban su cosecha al Estado. Impulsaron la industrialización y la urbanización de Lituania: obligaron a los lituanos a mudarse hacia nuevas urbes y poblaron el área con rusos. Impregnaron la cultura de su ideología comunista, borraron referencias a la historia y tradición local y fomentaron la idolatría de Stalin. Clausuraron las iglesias y prohibieron la religión.
Una resistencia antisoviética, eminentemente católica, se consolidó en los años setenta. Por años circuló un períodico católico clandestino que preparó el terreno para la independencia. Cuando el presidente ruso Mijaíl Gorbachov promovió una apertura con la perestroika, los lituanos pidieron libertad. En 1988 surgió el Movimiento para la Reconstrucción Lituana (Sajudis). La Revolución Cantada de 1989 congregó a más de 500 000 personas que formaron una cadena humana a través de Estonia, Letonia y Lituania. La declaración de independencia de Lituania en 1990 repercutió en una sangrienta represión soviética y un bloqueo económico.
En ese año convulso, Elena Leontjeva y otros cinco economistas fundaron el Instituto Lituano de Libre Mercado (LFMI). Querían guiar la liberalización de la economía ahora que eran independientes.
El LFMI ideó un sistema de bonos para privatizar los recursos que habían sido estatizados. Promovió una significativa reforma del sistema bancario que permitió el surgimiento de bancos comerciales y la privatización de bancos estatales. En 1993 empezó a pedir la fundación de una Bolsa Nacional de Valores privada, la cual se creó en 2002. Buscó atraer inversión para que pequeños y medianos emprendedores tuvieran acceso al crédito.
La reducción del gasto público, la abolición de los impuestos directos sobre la renta y del impuesto sobre la renta corporativo fueron otras atrevidas propuestas del LFMI. Al final, se redujo la tasa del último impuesto del 29 % al 15 % (2002).
A partir de 1994, el LFMI abogó por un sistema de pensiones completamente privado. La reforma se implantó en el 2002 luego de que dicho centro gestionó un compromiso, que admitía la inversión voluntaria en fondos de pensiones privados.
Leontjeva y sus colegas insistieron en la importancia de reducir la tramitología para fundar y operar un negocio. Se opusieron rotundamente a los privilegios, exenciones y subsidios. En 2020, el año en que se descontinuó el índice Haciendo Negocios del Banco Mundial, Lituania ocupaba la casilla 11 de 190 países y era catalogada como una economía amigable para el emprendimiento. Asimismo, el índice del Instituto Fraser colocó a Lituania en el puesto 8 de 165, porque es una de las economías más libres del mundo.
La economía centralmente planificada de Lituania se transformó en una economía libre en tiempo récord, con estabilidad y evidentes beneficios para los ciudadanos. Leontjeva y sus colegas siguen alumbrando el camino de las políticas socioeconómicas, desde el manejo de las nuevas tecnologías hasta temas de salud, educación y comunicaciones.
Por esa denodada defensa de la libertad, que, además, en años recientes la llevó a escribir una novela de ficción y a explorar la filosofía de la escasez, Elena Leontjeva será honrada este sábado por la Universidad Francisco Marroquín con un doctorado honoris causa.