No cabe duda de que nuestra identidad personal está fuertemente vinculada a la memoria que conservamos de los hechos de nuestra vida, a tal punto que alguno afirma que si perdemos nuestra memoria, perdemos nuestra identidad. Esta tesis tiene serias implicaciones morales. Veamos algunas de ellas.
En primer lugar, un recién nacido, un feto o un embrión, evidentemente, no tienen memoria. ¿Significa esto que no tienen identidad y, por lo tanto, que no son personas? La fe cristiana responde que no: un neonato o una criatura por nacer es una persona, aunque aún no tenga memoria. Y podemos, entonces, preguntarnos: ¿pero tiene identidad? La respuesta es afirmativa, incluso desde un punto de vista puramente biológico: ese ser humano tiene una estructura genética única, irrepetible. ¿Significa esto que la identidad la da la biología, el cuerpo, la materia? Esto supondría que nuestro yo puede ponerse en una fórmula (la que sea que represente nuestro ADN). Por otra parte, lo que nos diferenciaría de algunas especies animales sería una pequeña fracción de ADN (he leído que compartimos con las moscas un buen porcentaje de ADN…). Y si lo que somos, en última instancia, se redujera a la composición molecular, ¿qué necesidad habría de eso que llamamos «alma»?
Eso que llamamos «alma» es el principio que da vida a la materia, aquello que dirige el desarrollo del embrión, lo que nos hace semejantes a Dios, porque solo quienes tenemos alma racional somos libres y podemos reflexionar sobre quiénes somos. Esta es la respuesta «estándar» del cristiano —me parece—. Desde luego, aquí está latente el viejo problema de la «comunicación de las sustancias», pero ese es otro tema.
Volviendo a la memoria y su relación con la identidad, ¿qué pasa con los que padecen la enfermedad de Alzheimer? Cuando está muy avanzada, según entiendo, esta enfermedad causa la pérdida de la identidad personal. Dicen que se llega al estado fetal. Si esto es así, ¿a dónde se fue la identidad? ¿Se perdió junto con la memoria? Y si un hombre o una mujer en ese estado fuera a confesarse, ¿de qué se acusaría?
Los recién nacidos, los fetos, los abortados y los desmemoriados… ¿cómo serán juzgados en el Juicio Final? Misterios de la gracia y de la misericordia divina.