Publicado originalmente el 28 mayo de 2024 en Prensa Libre.
La cooperación social se facilita cuando las personas confían unas en otras. Y la confianza se construye a través de las conductas éticas, explicó el abogado, economista y filósofo de Argentina, Dr. Carlos De Marcos, en su conferencia «La ética como corazón del liderazgo», dictada en la sede del Instituto Fe y Libertad el viernes pasado.
Una comunidad de cazadores nómadas le sirvió de ilustración. Hace 10,000 años, los humanos cazaban en grupo. Como nosotros, eran seres racionales y libres, capaces de comunicarse, de fabricar lanzas y redes, planificar una estrategia y seguir las indicaciones de un líder. Juntos, con división del trabajo y tareas diferentes, atrapan al mamut que mide más de 3 metros y pesa 10 toneladas. Mientras ellos procuran alimento para el clan, otros hombres cuidan a las mujeres, niños y ancianos en la cueva. La comunidad sobrevive merced a dicha cooperación. Advirtió De Marcos que si los cazadores mienten o traicionan al equipo, o si los hombres en la cueva abusan de las mujeres, romperían los lazos de confianza. Ya solos, morirán pronto.
La confianza se genera cuando desarrollamos hábitos virtuosos, afirmó el Dr. De Marcos. Aristóteles enseñó que la virtud es un hábito, no un talento o una pasión. Distinguió entre la virtud moral y la intelectual: la primera implica a nuestra voluntad y se relaciona con el autodominio, mientras la segunda orienta a la inteligencia. Para Santo Tomás de Aquino, la virtud es la «última potencia» mediante la cual logramos una vida buena. Las personas florecen en un ambiente virtuoso y seguro.
De Marcos hizo hincapié en que un buen líder es servicial. Un jefe manipulador, egoísta y mentiroso crea un clima inseguro y hace fracasar al equipo. El líder debe ser como el buen samaritano, quien no solo identificó la necesidad del viajero moribundo, sino que actuó para curarlo. Un buen líder motiva a su equipo a trabajar por una causa, y con su ejemplo inspira a los demás a dar lo mejor de ellos mismos. Pero no basta con la benevolencia y la integridad, afirmó el conferenciante; el líder también debe ser competente. Debe optimizar los recursos, poner metas, y alcanzar los mejores resultados posibles.
De Marcos se refirió al equipo nacional de rugby de Nueva Zelanda, All Blacks, la franquicia deportiva más exitosa del mundo. Los jugadores procuran mejorar su rendimiento de forma incremental y acumulativa siguiendo el principio de «mejorar 100 cosas en 1 %». Se exigen dar la milla extra y entrenan para ganar. «La fuerza del lobo es la manada, y la fuerza de la manada es el lobo», es otro de sus lemas. Asumen el respeto, la humildad y la excelencia. Crean una cultura con rituales para crear identidad de grupo. Se esfuerzan por ser «buenos ancestros» y procuran dejar un legado positivo. Así, cada novato recibe un bello libro negro. En las primeras páginas aparecen las camisetas de 1905, 1924, y más. Las siguientes páginas narran los principios, los valores y el código de ética. Al final, hay páginas en blanco para comunicar al nuevo jugador que pasó a formar parte de una honorable tradición y que debe esforzarse para dejar su huella. El conferenciante subrayó: el éxito de los All Blacks está en que observan la benevolencia, la integridad, la competencia y la excelencia. Los líderes están presentes y al servicio de su equipo.
Salimos con el corazón alegre y mil propósitos de la conferencia de Carlos De Marcos, pues intuimos que sus discernimientos sobre el liderazgo se aplican a la vida familiar, académica, profesional y a otros ámbitos. Nos llamó a llenar nuestras vidas de sentido, belleza, autenticidad, trabajo efectivo y amor.