Cuando se habla de iniciativas para reducir la pobreza, normalmente se piensa en intervenciones por organizaciones públicas o privadas, iniciativas del gobierno, proyectos internacionales, entre otras. Aunque estas intervenciones han ayudado a aliviar la pobreza, las tasas de pobreza en países como Guatemala siguen siendo preocupantes y se han reducido a un ritmo muy lento.
Normalmente, estas intervenciones suelen tener un enfoque de arriba hacia abajo: la organización define cuál es la mejor forma de ayudar a cierto grupo. Un ejemplo es la ayuda internacional: se definen internacionalmente problemas y metas, y se destinan fondos a solucionarlos de formas específicas. Una limitante de este proceso es que no se llega a comprender profundamente el contexto de cada individuo. Lo que para una persona se considera pobreza, puede no serlo para otra. Además, diferentes personas deciden priorizar ciertas decisiones en su familia, que son diferentes a las de otros: por ejemplo, mientras algunos priorizan invertir recursos en la educación de sus hijos, otros prefieren invertir en un emprendimiento. Un problema, por lo tanto, es que estos enfoques de arriba hacia abajo no necesariamente consideran lo que es más importante y prioritario para las familias.
Una segunda limitante de estas intervenciones con enfoque de arriba hacia abajo es que dejan de aprovechar el conocimiento y capacidades que las personas pueden usar para mejorar sus propias condiciones. Es decir, no es común que se considere la experiencia de las propias personas para enfrentar la situación de pobreza en la que se encuentran. En vez, las soluciones propuestas tienden a ser soluciones generales, que se aplican a todos por igual y que no se personalizan a las necesidades de cada grupo o individuo.
Como alternativa a estos enfoques, en la Universidad Francisco Marroquín creamos el centro de Luces de Desarrollo, el cual tiene como propósito encender el potencial de cada persona para que busquen sus propios caminos hacia el desarrollo. Estamos convencidos de que la mejor forma de abordar la pobreza es a través de un enfoque basado en la persona en donde cada individuo define lo que la pobreza significa para ellos y tiene la agencia y la libertad para crear sus propios caminos hacia el desarrollo. Esto permite que organizaciones que quieren apoyar en este camino, tendrán información sobre las prioridades de los individuos y pueden apoyarlos en estos retos de una forma más personalizada y efectiva
Reconocemos que la pobreza se define de manera diferente para cada individuo, por lo que ofrecemos una herramienta que ayuda a las personas a identificar cuál es su situación actual con relación a diferentes indicadores (ingresos, educación, vivienda, nutrición, participación social y política, etc.). Una vez identifican su situación actual, los individuos priorizan en cuál (o cuáles) de estas áreas desean enfocarse. Creemos que la persona que entiende mejor la pobreza es la persona que la está viviendo y, por lo tanto, es quien está más preparada para combatirla. Este enfoque promueve la agencia y la responsabilidad individual: cada persona decide el camino que quiere seguir, de acuerdo con lo que para ellos es importante. A su vez, las organizaciones que buscan reducir la pobreza (ONGs, empresas privadas, gobierno, fundaciones, entre otras) podrán dirigir recursos a donde serán más valorados y mejor recibidos.
Para resumir, con Luces de Desarrollo buscamos una alternativa a las intervenciones con enfoque de arriba hacia abajo. Promovemos un enfoque basado en la persona, en donde cada individuo define su situación actual y tiene la agencia y responsabilidad de seguir caminos hacia el desarrollo. Este enfoque también permite que las organizaciones tengan más información para saber cómo pueden apoyar a las personas en estos caminos. De esta forma, buscamos reducir la pobreza en Guatemala encendiendo el potencial de cada persona.