50 años de búsqueda de rentas

por | Blog Fe y Libertad

Jul 24, 2024

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Publicado originalmente el 23 de julio de 2024 en Prensa Libre.

Hace cincuenta años, la economista Anne Krueger publicó «La economía política de una sociedad de búsqueda de rentas» en la edición de junio de 1974 de la prestigiosa revista The American Economic Review (AER). Rent-seeking se traduce como búsqueda de rentas, aunque en realidad se refiere a la búsqueda de privilegios. Ocurre cuando una persona o una organización invierte recursos en procesos políticos para captar un ingreso al cual no tendría acceso sin la intervención estatal. El privilegio se da a través de una regulación proteccionista, un arancel o las condiciones monopólicas, por ejemplo.

Ya antes, en 1967, el economista Gordon Tullock había escrito el ensayo «Los costos al bienestar de las tarifas, los monopolios y el robo». Krueger redactó su artículo sin conocer el de Tullock; él le escribió para reclamarle que había «robado» su idea, acusación que ella rechaza porque se enfoca en el comercio, mientras que Tullock prioriza los monopolios. Krueger ganó la partida, pues nombró el fenómeno. 

Nacida en Endicott, Nueva York, esta economista de noventa años es una de las mujeres economistas más exitosas del mundo. En 1974, era profesora en la universidad de Minnesota. Luego pasó a ser economista en jefe en el Banco Mundial, y posteriormente directora en el Fondo Monetario Internacional. Es miembro distinguido de la Asociación Económica Americana, y ha ganado varios premios.

Shruti Rajagopalan, de la entidad Ideas de India, entrevistó a Krueger con ocasión de los cincuenta años de «La economía política de una sociedad de búsqueda de rentas». Ella confía al entrevistador que siempre le interesó el comercio internacional y el desarrollo. Ya para finales de los sesenta, percibió que el modelo de industrialización por sustitución de importaciones (ISI) no funcionaba conforme a las expectativas. Le costó demostrar los fallos del modelo porque sus observaciones contrariaban la mentalidad dominante de la época. Utilizó a Turquía e India como ejemplos, porque en ambos países había contrabando, declaraciones de precios falsos, y otras prácticas corruptas que permitían a ciertas personas cosechar ingresos personales merced al marco regulatorio. 

Krueger se interesó además por las estrategias implantadas en Corea del Sur y Taiwán, pues ambos países lograron un formidable crecimiento económico tras rechazar la fórmula del ISI e integrarse a los mercados globales. En dichos países surgían menos oportunidades de búsqueda de rentas que en India o Turquía. Krueger insistió en la necesidad de abolir las barreras a las importaciones, y bajar o uniformar los aranceles.  

Trajo al Banco Mundial su visión de economista: recalcó los incentivos que imperan en los actores económicos, abogó por el comercio y la inversión extranjera directa, y recomendó los presupuestos estatales balanceados. A los gobiernos con sustanciales inversiones, recomendó la privatización. Se generó así una lista de prescripciones que más adelante se conoció como el Consenso de Washington.

Krueger se lamenta que Estados Unidos cedió su liderazgo económico mundial y ha adoptado algunas de las prácticas rentistas que ella identificó en India y Turquía a finales de los sesenta. La economía mundial es mucho más compleja ahora, comenta, pero ahora hay más cabildeadores, más ambientalistas promoviendo regulaciones ambientales, más endeudamiento público y más burocracias engorrosas. De allí que la autora no reniegue de su artículo, sino reafirme sus advertencias de hace cincuenta años: la búsqueda de privilegios debe limitarse porque no es una mera transferencia de riqueza de un bolsillo a otro, sino que conlleva costos sociales.

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