Esta cultura de nuestros días no deja de asombrar, por contradictoria. Un ejemplo: para sus pregoneros, una joven de 15 es lo suficientemente crecida para “explorar y gozar su sexualidad”, mantra de la llamada educación sexual y reproductiva integral. Pero si luego de sendos exploración y goce sale embarazada, la chica en cuestión es retratada como una “niña” en las estadísticas, que entonces esos pregoneros interpretan como demostraciones de “el patriarcalismo, machismo y conservadurismo de esta sociedad”. ¡Vaya cátedra sobre lo que significa ser hipócrita!
Por eso quienes sostenemos que el sexo es para hombres y mujeres casados entre sí, no para jovenzuelos que están apenas empezando a conocerse a sí mismos, estamos obligados a la coherencia. Así que frases hechas como “el hogar es el sitio más peligroso para las mujeres hoy en día” no nos asustan, aunque la prensa las machaque y a veces seguidas de números, por ejemplo “9184 casos registrados de violencia intrafamiliar solo en el primer trimestre de 2014”. Si vamos a las Estadísticas de Violencia Intrafamiliar del INE (Instituto Nacional de Estadística, con datos del Registro Nacional de las Personas RENAP, Trimestre 1, 2014), encontramos que el agresor fue el esposo en el 34.9% de los casos, es decir, en 3205 de ellos. En el resto de casos (la mayoría, 5979) el agresor fue un conviviente o un ex cónyuge (no especifica si ex esposo o ex conviviente). Obviamente es terrible que en un solo trimestre 3205 hombres maltraten a sus esposas, pero cuando a uno le tiran números en la prensa para suscitar alarma siempre hay que preguntarse: esos números… ¿comparados con qué?
En Guatemala hay al menos 2.5 millones de hogares. Hay que ser deshonesto para sugerir por tres mil y pico (casos de esposos violentos) en relación a dos millones y medio (de hogares) que una familia en un hogar fundado en matrimonio es el sitio “más” peligroso para las mujeres… ¡¿más que la sola convivencia, la promiscuidad o la calle?!
Todo esto en realidad forma parte del ataque al que están siendo sometidos matrimonio y familia, esas instituciones básicas de cooperación social, en aras de palabras que suenan bien, como “autonomía”, “liberación” o “empoderamiento”. Esta es una llamada de atención para quienes amamos la libertad porque la entendemos bien y sabemos que no es desboque de pasiones, ni satisfacción de cualesquiera apetencias, ni mucho menos bandera y estandarte para que el Estado moderno, el llamado precisamente a defender las instituciones, pretenda re definirlas o aniquilarlas en arremetidas liberticidas.
1 Se cita ese trimestre de ese año por dos razones. La primera: aún no está disponible la información del cuarto trimestre de 2014, así que no puede hacerse el análisis del año completo. La segunda: no hay información disponible del año en curso, 2015, así que no puede hacerse un análisis actualizado.